La izquierda ha perdido la batalla de la imagen, agoniza y es vieja y casposa
La izquierda mundial está nerviosa y tiene pánico. Está perdiendo la calle, que siempre fue suya, se ha convertido en la representación de algo viejo y casposo y la sociedad civil le tiene ya más asco que miedo.
Los obreros y los jóvenes la han abandonado y votan ya a otros partidos, sobre todo a los de la nueva derecha. La izquierda está agonizando, aunque sus estertores de muerte parezcan robustos. Se han cansado de ser engañados y de que la izquierda no haya sabido solucionar ninguno de los grandes problemas del mundo, a pesar de haber gobernado durante décadas.
Cientos de millones de personas en todo el mundo miran hacia Cuba, Corea del Norte, China, Nicaragua, Venezuela, Irán y otros representantes del bloque de la izquierda mundial y sienten asco porque en esos países se concentran gobiernos indignos y tiránicos que propician la esclavitud, el hambre, el abuso de poder, la tortura y la muerte.
La izquierda ha perdido la batalla de la imagen, agoniza y es vieja y casposa
Pero quizás haya nacido una estrella para la izquierda moribunda. Los zurdos recalcitrantes, los que se niegan a morir en el fracaso, miran con esperanza e ilusión hacia Nueva York, donde un “progre” musulmán llamado Mamdani acaba de ganar la alcaldía de esa gran ciudad, capital del mundo.
No les importa que las promesas del nuevo alcalde sean imposibles de cumplir, ni que un musulmán sea el líder de una ciudad que los musulmanes quisieron destruir cuando atacaron las Torres Gemelas. Sólo les importa el oxigeno que su victoria aporta a una izquierda que camina hacia el ataúd.
Pero, a pesar de la nueva esperanza, la verdad es poderosa y se impone: la izquierda no está en crisis: está en descomposición terminal. Ha perdido la calle, los obreros, los jóvenes, la moral y el futuro. Se ha convertido en la caricatura casposa de sí misma: un cadáver maquillado que aún se cree vivo.
La izquierda pierde las calles y los números lo prueban. El 62% de lo españoles cree que la izquierda “defiende a los poderosos, no al pueblo”, y sólo el 18% de los obreros votaría PSOE (En 2011 era el 42 por ciento).
La izquierda te promete el paraíso y te entrega Cuba y Venezuela. La izquierda ya no es rebelde. Es el establishment censor, la caspa progresista devaluada.
El mejor diagnóstico sobre la izquierda actual es de Isabel Díaz Ayuso: “La izquierda grita porque se ahoga. Y cuanto más grita, más se hunde.”
Los datos son contundentes y tozudos: La izquierda solo gobierna ya el 20% del PIB mundial.
La izquierda no muere de infarto; se muere de gangrena. Se le pudren las extremidades: La calle la ocupa la gente. Los obreros votan con el bolsillo. Los jóvenes rechazan la culpa heredada. El mundo mira a Cuba y vomita.
El epitafio de la izquierda mundial ya está escrito: “Aquí yace la izquierda. Prometió el cielo, entregó infiernos. Y cuando pidió compasión, la humanidad respondió con asco.”
La izquierda ya no llena plazas: las vacía. Ya no inspira: asusta. Ya no es futuro: es museo. La Izquierda es un cadáver apestoso.
Basta mirar a sus líderes para llorar: el cubano Diaz Canel, el nica Daniel Ortega, el venezolano Maduro, el coreano Kim Jong-un, el español Pedro ,Sánchez y una ristra larga de fantoches crueles que se han especializado en aferrarse a poder mientras roban, se enriquecen, arruinan, aplastan y algunos hasta asesinan a sus pueblos.











