¿Por qué se siente cómodo el PSOE con los terroristas? (Video comentario de Joaquín Abad)

Patxi López, de portar el féretro de sus compañeros de partido asesinados por ETA a sentarse hoy con los herederos políticos de la banda terrorista.
La alianza entre el PSOE y EH Bildu no es solo una jugada de supervivencia parlamentaria: es una renuncia moral. Lo que el Gobierno de Pedro Sánchez presenta como “pluralidad democrática” no es más que un pacto de conveniencia con quienes nunca han hecho una autocrítica real por el terror que ampararon durante décadas. El PSOE, antaño símbolo de la defensa del constitucionalismo y de la lucha contra ETA, se ha entregado al cálculo político más cínico de su historia.
De víctimas a votos
No hace tanto, los socialistas eran objetivo de la banda terrorista. Hoy, su dirección estrecha la mano de aquellos que justificaron o miraron hacia otro lado cuando el terror se imponía en el País Vasco. Las víctimas del terrorismo, que durante años encontraron en el PSOE una voz firme de dignidad y memoria, ven ahora cómo sus antiguos defensores negocian presupuestos y leyes con EH Bildu como si nada hubiera ocurrido.
El mensaje es devastador: la memoria se cambia por escaños. El socialismo español ha dejado de ser un proyecto ético para convertirse en una maquinaria de poder.
El PSOE justifica su acercamiento a EH Bildu como un ejercicio de “normalización democrática”. Pero normalizar no es lo mismo que olvidar. EH Bildu no es un partido cualquiera: es la heredera directa de una tradición política que jamás ha condenado sin ambigüedades el terrorismo. Su estrategia actual de respetabilidad institucional no borra un pasado que aún pesa.
Sánchez, obsesionado con mantener el poder a cualquier precio, ha roto todos los límites morales y simbólicos. Su discurso sobre el “diálogo con todos” oculta una verdad incómoda: no todos los actores políticos representan los mismos valores democráticos.
EH Bildu: la gran beneficiada
Mientras el PSOE se desgasta en su ambigüedad, EH Bildu emerge como la gran vencedora. Ha conseguido lo que durante años fue impensable: ser interlocutora privilegiada en Madrid, influir en políticas nacionales y consolidarse como referente de la nueva izquierda vasca.
Su apoyo calculado a medidas sociales —reformas laborales, leyes de vivienda o presupuestos progresistas— le permite lavar su imagen y presentarse como un partido responsable. Pero su objetivo sigue intacto: erosionar el Estado desde dentro y avanzar hacia la independencia, ahora con el aval de un Gobierno socialista que ha perdido toda brújula ideológica.
Este pacto de conveniencia es un espejo incómodo para el PSOE. Los viejos socialistas, los que creyeron en la reconciliación sin amnesia, difícilmente reconocerían al partido de hoy. La dirección actual ha sacrificado la memoria y la coherencia en nombre de la aritmética parlamentaria.
No hay mayor contradicción que ver a un partido que se dice defensor de la democracia abrazar a quienes nunca la defendieron cuando más falta hacía. El PSOE ha cruzado una línea que lo distancia de sus raíces históricas y lo acerca peligrosamente al oportunismo sin principios.
La política sin alma
La relación entre PSOE y EH Bildu no es solo un movimiento táctico: es un síntoma del vaciamiento moral de la política española. Cuando todo se justifica en nombre de la “gobernabilidad”, cuando la memoria de las víctimas se convierte en moneda de cambio, la democracia se degrada.
El PSOE podrá seguir gobernando, sí. Pero lo hará sobre los cimientos de una rendición moral que ,perseguirá durante años.
El escritor y periodista ha analizado la razón por la que el PSOE se siente cómodo con los herederos políticos de ETA.











