Eso de que las elecciones se ganan en el centro…
Eduardo de Rivas.- Siempre se dijo que las elecciones se ganaban en el centro. El primero que lo dijera se llevaría el mérito, pero tampoco había que ser un iluminado para darse cuenta de que en un país en el que solo había dos partidos fuertes, uno a la izquierda y otro a la derecha, quien fuese capaz de convencer al electorado más centrado se llevaría el Gobierno. Así que, como ya tenían a los suyos, todos se lanzaban a por ese votante guadiana que a veces estaba y a veces no.
Pero esa política bipartidista de años atrás desapareció en el momento en el que aparecieron otros partidos con cierta fuerza. Primero fueron Ciudadanos y Podemos, y ahora Vox y Sumar, aunque este último parecer haber perdido gran parte de su impulso. Es lo que tiene confiar en Yolanda Díaz. Ya no vale eso de acercarse al centro para ganar las elecciones, porque ahora los partidos -sobre todo los grandes- tienen que arañar por aquí y rascar por allá. Las mayorías absolutas son cosas del pasado y, en ese juego, el PP no se siente demasiado cómodo.
El PSOE lo tiene más fácil. A Pedro Sánchez no le hace falta sumar votos por sí mismo, porque otros ya lo hacen por él para luego regalárselos en el Congreso. Como al presidente del Gobierno no le importa vender a su madre con tal de mantenerse en Moncloa, por siete votos se aprueban indultos, amnistías y lo que haga falta. Y tampoco le da vergüenza apropiarse electores ajenos para decir una y otra vez que ha triunfado el bloque progresista.
Pero el papel del PP es bien diferente y muy delicado. Si trata de acercarse al centro, su votante más conservador camina rápidamente hacia Vox. Y si se adentra en terreno de una derecha más firme, habrá quien abandone el barco y vuelva a votar a Sánchez o se quede en casa. Por eso a Abascal no le cuesta salir ante las cámaras a llamar la atención por la inmigración ilegal descontrolada o por la majadería del supuesto derecho al aborto, pero los populares dan una cal y otra de arena.
Esas pugnas entre Abascal y Feijóo que hoy ante las cámaras eran las mismas que años atrás se vivían de puertas para dentro en Génova. Porque no hay que olvidar que Vox surge de la parte más conservadora del PP, imprescindible para ganar las elecciones. Lo fue entonces y lo es ahora, porque como no empiecen a entenderse, cuidado con que Sánchez no repita lo que ocurrió la última vez que fuimos a votar. Que la gente no tiene memoria y ya empieza a normalizar la corrupción del Gobierno.











