Una meritoria faena de Talavante en la corrida del 450 aniversario de Aguascalientes
Guillermo Leal.- La corrida de este sábado en Aguascalientes se recordará por dos hechos inevitables: el homenaje que la fiesta brava le hizo a Aguascalientes por sus 450 años de fundación, que el miércoles cumple; y por una faena llena de mérito, oficio y experiencia de Alejandro Talavante, que dejó las dos orejas en el morillo del manso astado de Tequisquiapan, al haber fallado, extrañamente, con la espada, hasta escuchar dos avisos.
Los toros del encierro titular de Santa Bárbara se derrumbaron estrepitosamente por su falta de fuerza y escasa casta, logrando lo mismo con el festejo para el que hubo expectación. Para colmo, quisieron levantarlo con dos de regalo de Tequisquiapan, el hierro antiguo de un gran ganadero como Fernando de la Mora, que lo acaba de recuperar, pero que les salió caro, pues el primero fue un manso de libro que no se dejó picar; y el segundo además de deslucido, sacó malas ideas.
Alejandro Talavante, de los tres toreros, fue el que más pudo aportar. Ayer demostró por qué es una figura del toreo con una larga trayectoria y aún con el techo muy alto. Apenas el lunes pasado quienes lo vieron en Sevilla interpretar una de las bellas obras de arte en su carrera, con una faena casi inmortal, presumían de haberlo hecho.
Ayer, los aficionados hidrocálidos también pueden hacerlo, al haber disfrutado de un torero pleno, en su momento de madurez y torería, que cuidó al primero de Santa Bárbara que tuvo calidad, pero muy poquita fuerza, y al que el extremeño consintió y le cuajó muletazos de profundidad que valían una oreja pero que no se concedió porque la espada, entera, quedó abajo.
Su segundo, también de Tequisquiapan, duró poco, pues al intentar embestir se caía, y por eso optó por quedarse parado. Y con el de regalo de Tequisquiapan, en una dura prueba, Alejandro sudó las medias, taleguilla, camisa, chaleco y casaquilla para conseguir una labor que sólo una figura seria y comprometida logra. El astado de plano no se dejó picar, hubo, incluso, un momento en que, en medio del herradero que se formó, a dos varas, los picadores, como si fuera un acoso y derribo, quisieron cerrarle el paso y ni así. Llegó entero a la muleta y Talavante le plantó cara, sacó la experiencia, el sitio y las ganas de agradar y convenció al animal que, incierto, de repente pegó embestidas de categoría lo que le permitió a Alejandro ejecutar muletazos de profunda madurez y largueza, en una labor que además tuvo emoción porque en todo momento hubo peligro, pues el astado nunca definió su comportamiento, sin embargo, la determinación del torero estuvo de manifiesto. Pinchó, oyó dos avisos, y aun así, el público, de camino al burladero, le tributó una ovación merecida, pues Talavante se comportó como una figura que dio la cara y resolvió cuando hubo que hacerlo. Pudo tirar por la calle de en medio, pero no. Y eso tiene mérito y se lo agradecieron al extremeño que así inició su temporada de fin y principio de año en México. Hoy va a Guadalajara.
El otro hecho fue el homenaje que la fiesta brava tuvo la buena intención de celebrar a Aguascalientes. El decorado de la plaza, con la barrera en tono azul obscuro, con un filo de azul más claro; el del ruedo, también en azul y con un gigantesco dragón alado, símbolo hidrocálido, perfectamente logrado por el artista plástico Anuar Atala. Los elegantes burladeros en los que con letras doradas y el escudo de la Monumental, en alusión a esos cuatro siglos y medio; el Himno Nacional Mexicano, el de Aguascalientes, y la pirotecnia final valieron la pena como un reconocimiento de la fiesta brava a una ciudad que la ha defendido, promovido y ahora blindado.
Lástima que a Diego San Román y a Héctor Gutiérrez tampoco les funcionaron sus astados, y de ambos, Diego, pese a dos revolcones salió al tercio y, al final, le reconocieron al ‘Don Valor’ actual, los aficionados su gran momento. El queretano se jugó la vida como siempre, y aunque sus astados no le dejaron hacer nada, él tuvo la voluntad aguantando, inclusive, dos volteretas de órdago, de las que se levantó sin verse la ropa e intentó hacerles faena, pero ninguno de sus dos le dejó. Héctor Gutiérrez batalló igual, y con el de regalo que fue muy malo, se desilusionó y ya no quiso más que abreviar y a otra cosa.
Ficha del Festejo:
Plaza Monumental de Aguascalientes, México – Corrida por los 450 años de la fundación de Aguascalientes. Media entrada. Toros de Santa Bárbara y dos, de regalo, de Tequisquiapan. Cinco del encierro titular, de buena presencia, débiles, con calidad casi todos, pero poca casta. Los de regalo, de buena presencia. El séptimo, manso de libro, y el octavo, deslucido y peligroso. Todos pitados en el arrastre.
• ALEJANDRO TALAVANTE, palmas, silencio, y ovación tras dos avisos
• HÉCTOR GUTIÉRREZ, silencio tras aviso, silencio y silencio
• DIEGO SAN ROMÁN, ovación y palmas











