La indecencia del CIS
Edurne Uriarte.- He criticado más de una vez las llamadas teorías de la conspiración, por mera cuestión del método científico de las pruebas claras, tan insuficientes en muchas de esas teorías. Y, sin embargo, esta semana entendí las reacciones de miedo y teorías de la conspiración tras la última gran fake news del CIS. Porque no se trata de una simple gamberrada de Tezanos y Sánchez, sino que tiene varias lecturas de enorme gravedad.
La primera, la del inquietante grado de indecencia e inmoralidad de quienes fabrican una fake news de estas dimensiones. Y que conlleva la pregunta consiguiente: si son capaces de mentir de esta manera, incluso riéndose de la ciencia, ¿de qué más pueden ser capaces? Y es que el descaro de la mentira produce más miedo que indignación. Kiko Llaneras explicó con gran claridad en El País por qué la encuesta del CIS, que da 13 puntos de ventaja al PSOE sobre el PP, es pura desinformación. Y no solo por el sesgo de la muestra, que está compuesta por el doble de votantes del PSOE que del PP, a pesar de que fue el PP el que ganó las últimas elecciones. También, porque el CIS estima en contra de sus propios datos, es decir, se ríe abiertamente del método científico. Por ejemplo, del porcentaje de indecisos o de la fidelidad de voto a cada partido, datos que favorecen al PP y a Vox y no al PSOE, y que Tezanos reconvierte en aumento de voto para el PSOE. Un puro disparate, o una gran inventada, que diría Sánchez.
La segunda, la de la falta de límites de quienes son capaces de actuar también contra los suyos. Y es que la fake news del CIS no solo pretende movilizar el voto de la izquierda con el mensaje de que un triunfo es posible. Además, busca defender la posición interna de Pedro Sánchez frente a sus críticos en el partido. Miente a los votantes y afiliados socialistas con el objetivo de blindar a Sánchez frente a posibles movimientos internos que pretendan salvar al partido de la degradación a la que le está llevando su líder.
La tercera, la peligrosa actitud antiliberal y antidemocrática de quienes son capaces de utilizar recursos del Estado para manipular a los ciudadanos en beneficio personal del líder. Si son capaces de hacer esto con el CIS, lo son con el resto de instituciones del Estado. Y esto da lugar a la pérdida de confianza de los ciudadanos en esas instituciones, y también a la creación de movimientos de rechazo y contestación.
Y la cuarta, la impunidad de los creadores de la fake news. Que mienten y manipulan al público, sabiendo que es muy difícil combatir su fraude. Por un lado, porque utilizan con habilidad el hecho de que las encuestas son predicciones, por lo que cabe la posibilidad del error. No es fraude, puede ser error, y en eso se basó precisamente la Audiencia de Madrid para archivar una denuncia de Vox contra el CIS. Y por el otro, porque se aprovechan del desconocimiento mayoritario, también de los medios, de las bases científicas de las encuestas. De ahí que los medios sigan publicando y dando credibilidad a la fake new, por mero desconocimiento científico y miedo a meter la pata en algo que no son capaces de valorar.
En la mentira del CIS confluyen la indecencia, la falta de límites, el cuestionamiento de la democracia y la impunidad. Y por eso es tan inquietante.












Hay una quinta consideración que nadie menciona. ¿Puede estar preparando el trasfondo para unas próximas elecciones fraudulentas y que el tesultado se acerque a su predicción?. Eso da más miedo todavía, pero Sánchez y todo su gobierno no tienen escrúpulos ni límites
Quizá vayan por ahí los tiros. Es una forma sutil de inocular en la sociedad, las ideas. Como un Goebels mismo.