El CIS de Tezanos deja de medir la opinión y empieza a fabricar propaganda
Ignacio Andrade.- En una democracia madura, los datos deberían ser un refugio frente al ruido político. Sin embargo, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de José Félix Tezanos se ha convertido en lo contrario: una fuente constante de controversia, sospecha y descrédito. Lo que debería ser un organismo neutral dedicado a medir la opinión pública se percibe hoy como un actor más del juego partidista, con una agenda que muchos consideran claramente favorable al Gobierno socialista.
Una tendencia que ya no es casualidad
Desde su llegada al cargo en 2018, los barómetros del CIS muestran un patrón tan repetido que resulta imposible atribuirlo a la casualidad: una sobrestimación sistemática del PSOE y una infravaloración del PP. En más de sesenta barómetros consecutivos, según análisis de SocioMétrica, las estimaciones de voto han otorgado a la izquierda una ventaja promedio de más de cuatro puntos respecto a los resultados reales, y han restado casi siete puntos a los partidos de la derecha.
No se trata solo de desviaciones estadísticas. Es la repetición metódica de un sesgo que siempre beneficia a los mismos. En la última entrega del CIS, publicada en octubre de 2025, el instituto otorgaba al PSOE un 34,8 % de voto y una ventaja de 15 puntos sobre el PP. Ninguna otra encuesta —ni privada ni internacional— reflejaba un escenario remotamente parecido.
El sesgo empieza en la muestra
La raíz del problema podría estar en la propia selección de la muestra. Félix Requena, expresidente del CIS, declaró recientemente en el Senado que el organismo “sobrerrepresenta” a los votantes de izquierdas. En términos estadísticos, eso equivale a empezar una encuesta con el marcador a favor de quien gobierna.
Aun así, Tezanos ha defendido reiteradamente su metodología, argumentando que el CIS “no predice elecciones” y que los errores se deben a la volatilidad del electorado. El problema es que los errores no son aleatorios, sino sistemáticos. Y cuando un error se repite siempre en la misma dirección, deja de ser un error: se convierte en una estrategia.
La línea fina entre encuesta y manipulación
El efecto político de este sesgo es innegable. En política, la percepción es casi tan poderosa como la realidad. Un sondeo que muestra a un partido fuerte puede atraer voto útil, movilizar simpatizantes y desmoralizar al adversario.
Si un organismo público manipula —intencionadamente o no— la fotografía del electorado, está influyendo en el proceso democrático. Y eso no es un error técnico: es una forma sutil de intervención política.
El periodista Ignacio Camacho lo resumía con precisión: “El CIS de Tezanos no mide el estado de la opinión pública; trata de modelarla”.
El descrédito del CIS tiene consecuencias profundas. Primero, erosiona la confianza ciudadana en las instituciones. Cuando los datos oficiales se perciben como instrumentos del poder, la gente deja de creer no solo en las encuestas, sino en el propio sistema.
Segundo, alimenta la polarización. Los partidos de la oposición consideran al CIS un aparato propagandístico, mientras que el Gobierno lo defiende como un faro de “independencia técnica”.
Tercero, degrada el valor de la demoscopia como disciplina. Los profesionales del sector —de Metroscopia a GAD3— denuncian que la manipulación de los barómetros públicos contamina el trabajo de todos los encuestadores.
Transparencia, independencia y rendición de cuentas
Para recuperar credibilidad, el CIS debería someterse a auditorías externas y rendir cuentas ante el Congreso con los mismos estándares que se exigen a un organismo regulador.
Publicar los microdatos no basta. Hay que detallar cómo se construyen las muestras, qué ponderaciones se aplican y con qué criterios se interpretan los resultados. Y, sobre todo, separar la dirección política de la gestión técnica. Ningún instituto público debería estar presidido por un militante activo o exdirigente de partido. La independencia no se proclama: se demuestra.
El CIS de Tezanos ha cruzado la línea que separa la investigación sociológica del activismo partidista. No se trata de un debate sobre cifras, sino sobre confianza.
La institución que debía tomar el pulso al país parece haber perdido el suyo. Y cuando los datos dejan de ser creíbles, la política se queda sin espejo.












El CIS nos está adelantando el próximo pucherazo electoral.
La mal llamada ‘sociologia’ es un arma de ingenieria social.
El cambio de lo que la masa piensa, para adaptarlo a lo que el poder decide, es su objetivo.
Jamas tuvo otro objetivo.
Antonio Gramscy,,,,, teorico del marxismo culutral, o Wlter Benjamin, o Adorno,,, Frankfurt School ,,,, lo dejarono perfectamente plantado.
Todo lo demas (Universidades de sociologia, grado de socilogia con perspectiva de genero, eco-feminismo,,,,,,,), ,,, es basura para las mentes de los dominados.
Es evidente que si solo se sospecha, que el fraude de las votaciones, o mejor , sus resultados, no son fiables, es que alguien está haciendo trampa. Llegados a ese punto, ya ni votaciones ni gaitas. Se rompe el invento. Habrá que empezar de nuevo y cambiando el control. Asi no vamos mas que al desastre, por no decirlo de otra forma.
No va a pasar, nada, repito n.a.d.a.
La masa, desde los asesinatos de Alcasser, se sabe que traga.
Juan Ignacio Blanco:lo dejo muy claro en una de las ultimas conferencias de su vida, en la universidad de alicante, creo.
Estaba en youtube, pero parece que lo han eliminado.
No me extraña. avisaba del negocio de las empresas de dar niños en adopcion,,,,, fundadas por pederastas,,,,,,,,,,
Con mucho dinero, pagaban a sus trabajdoras sociales, sus psicologos,,,,, y con las leyes aprobadas por PP-PSOE,,,,,,, lo raptaban,,,”pues tu lo maltratabas”,,,,,,
La izquierda,,, es demoniaca.
Es real.