“Barbie Gaza”, otra estafa moral consumida por el sectarismo
Hanan Alcalde, conocida como “Barbie Gaza”, se ha convertido en una figura polarizadora en el debate público español. Su activismo pro-palestino y su participación en la Flotilla Global Sumud hacia Gaza la dibujan como un personaje histriónico y contradictorio, con un discurso argumentalmente raquítico y una pulsión al sectarismo que ya forma parte de la siniestra crónica del sanchismo.
En diversas entrevistas, Alcalde ha sido acusada de minimizar o incluso negar las violaciones y crímenes de guerra cometidos por Hamas durante el ataque del 7 de octubre de 2023. En un enfrentamiento televisivo con Mariló Montero, la activista negó haber dicho que las violaciones no ocurrieron, pero Montero presentó evidencias de sus declaraciones previas. Alcalde respondió acusando a Montero de manipular sus palabras y defendiendo que las violaciones deben analizarse en el contexto de un supuesto genocidio más amplio
Esta postura plantea una contradicción ética: al exigir pruebas rigurosas para las acusaciones contra Hamas, ¿por qué no aplicar el mismo estándar a las denuncias contra Israel? La coherencia moral demanda una evaluación imparcial y basada en evidencias, sin caer en la tentación de justificar atrocidades por el lado que se apoya.
Alcalde ha mostrado una actitud fanática y en ocasiones histérica hacia aquellos que no comparten su visión del conflicto israelí-palestino. En su intervención en el programa “Código 10” con Nacho Abad, la activista acusó al periodista de tener un sesgo claramente de derechas y de criminalizar la inmigración, interrumpiendo la entrevista y acusando al programa de manipulación
Alcalde ha denunciado que la atención mediática se centra en su figura personal, desvirtuando el foco de su activismo en Palestina. Sin embargo, al participar activamente en programas de alto perfil y al utilizar su imagen en redes sociales, ¿no está ella misma contribuyendo a esa distracción? La contradicción radica en que, al buscar visibilidad, se alimenta el fenómeno que se critica.
Desde una perspectiva ética, es fundamental que los activistas mantengan la coherencia entre sus palabras y acciones. Si se aboga por que la atención se centre en la causa y no en la persona, las acciones deben alinearse con ese principio, evitando caer en la trampa de la autopromoción.
Las contradicciones morales de esta conversa al Islam plantean interrogantes sobre la ética de su enfoque. Para que el activismo sea efectivo y éticamente sólido, es esencial que los defensores de una causa mantengan coherencia entre sus palabras y acciones, estén dispuestos al diálogo y la autocrítica, y se comprometan con la verdad y la transparencia. Justo lo contrario de lo que hace esta sectaria.












Esta pava es un elemento de cuidado. Pero la culpa no es de ella, que va a lo suyo. Es de los responsables de los medios que han convertido las tertulias políticas en peleas de verduleras.
Y por supuesto de los adictos a la telemierda, a quienes ya se les ha atrofiado el cerebro.
A esta tipeja, la capta Ábalos y la convierte en “sobrina”