El Padre Custodio
Antonio E.- Ninguna causa es digna, si detrás de ella se encuentra la mentira, al igual que ninguna justicia es íntegra, si se imparte sin atender a la razón y lo hace solo atendiendo a los intereses de una de las partes en litigio.
Lo que para la inmensa mayoría significa una pérdida de tiempo y energía, me refiero a este juicio, para otros es la causa de su vida, o la de sus intereses políticos, en este caso inconfesables, aunque sean públicos y notorios para todos. Estando detrás los de siempre, razón de más.
Nunca puede haber delito de odio, cuando de expresar la opinión de uno mismo se trata, si se hace con mesura y educación, cómo lo hizo el padre Custodio.
Si fuera así pregunto ¿dónde está el celo de la fiscalía cuando los que ofenden son los mismos que en este caso ofenden sistemáticamente la religión del hoy encausado? ¿Acaso los insultos y vejaciones a la religión cristiana están amparados en la libertad de expresión y los del padre Custodio no?
O es que esta justicia admite el supremacismo religioso de los supuestamente ofendidos como forma de menosprecio a la religión cristiana ¿Qué ley nos obliga a callarnos cada vez que se nos amenaza, se nos dice infieles, o incluso se nos quita la vida a golpe de machete blandido por un musulmán?
Seamos claros. Me pregunto de qué estercolero extrajeron al que legisló tamaña aberración, y a quienes se aprovechan torticeramente de esa maldita ley del embudo, pero viendo de donde partió la denuncia, la respuesta surge tan desnuda como sus putrefactas vidas.
¿Es delito odiar o despreciar al que asesina por motivos religiosos?
¿También es delito odiar o despreciar al que te hace la vida imposible?
¿Debemos estar agradecidos a los que violan a nuestras mujeres? O tal vez odiarle a muerte como sería lógico, y normal.
¿Tendremos que estar contentos cuando vemos como en otros países europeos las hordas musulmanas tratan de imponer su religión sobre la cristiana? O despreciar a aquellos supuestos pastores que incitan a sus fieles a aniquilar al infiel, a los cristianos.
Pero atendiendo a quién ha puesto la denuncia al padre Custodio, y las circunstancias de sus denunciantes, vuelvo a preguntar. ¿No es delito de odio decir ante una multitud que los españoles hablamos el lenguaje de las bestias? ¿Dónde estaba la fiscalía cuando aquel payaso insultó a todos los españoles? ¿Esto no constituyó un flagrante delito de odio?
Cuándo hoy día muchos vascos siguen llamando txacurras a los españoles ¿Tampoco es delito de odio? Porque si ese fuera el caso, los españoles tenemos muchísima imaginación para devolverles el cumplido, sin tener que recurrir a algo tan vulgar como definirles como lo que muchos de ellos son, ratas.
La libertad de expresión, sin llegar a extremos hirientes, es inherente a la persona libre, por tanto, tratar de castigar mediante la justicia una opinión tan extremadamente educada como certera, bajo mi punto de vista, no deja de ser un exceso francamente ridículo.
A los españoles de derechas, como es mi caso, nos llaman nazis por votar unas ideas, o fascistas por votar a otras de la misma o parecida tendencia. Sufrimos amenazas, insultos, incluso a algunos les han asesinado por llevar la bandera española en los tirantes o en la muñeca.
Me asquean los totalitarios, desprecio profundamente al que me ofende por cuestiones políticas, odio al que me odia sea musulmán o lo que quiera ser, odio al que maltrata a una mujer, odio a los que quieren acabar con mi patria, odio al que ha venido a hacernos la vida imposible, desprecio al falsario que tenemos como presidente, me asquean los miles de cargos socialistas que se fueron de putas con nuestros impuestos. Odio cualquier religión que quiera asesinar al que no sea de su condición.
Odio, desprecio, y asco. Estas tres palabras prácticamente significan lo mismo, usaré las tres cuantas veces me venga en gana.
Mi más sentida admiración hacia un sacerdote, el padre Custodio, que, desde su puesto de hombre libre, dijo, con palabras más elegantes que las mías, lo que todos pensamos. ¿Delito de odio? ¡Por favor!
¡VIVA LA LIBERTAD!
¡VIVA ESPAÑA!













Nada más que añadir. Está todo dicho, y con muy buen tino. Hora es ya, de poner los puntos sobre las íes.