El silencio de la izquierda que clama justicia se vuelve cómplice cuando la sangre es cristiana
Álvaro Galán.- En pleno siglo XXI, asistimos a una paradoja inquietante: mientras la izquierda se erige como defensora de los derechos humanos, la igualdad y la justicia, guarda un silencio ominoso frente a uno de los genocidios más sistemáticos de nuestro tiempo: la persecución y matanza de cristianos en diversas regiones del mundo.
Una tragedia ignorada
Estudios recientes e informes de organizaciones internacionales muestran cifras alarmantes: miles de cristianos asesinados cada año, comunidades enteras desplazadas, iglesias destruidas. El África subsahariana, el Medio Oriente, Pakistán o incluso China son escenarios donde la fe cristiana se convierte en una condena a muerte. Sin embargo, estos casos raramente ocupan los titulares de los grandes medios progresistas ni generan movilización política.
Según el informe World Watch List 2024 de Open Doors, más de 380 millones de cristianos viven en situaciones de alta persecución y discriminación debido a su fe. Esto equivale a aproximadamente uno de cada siete cristianos en el mundo. En África, la cifra asciende a uno de cada cinco, y en Asia, a dos de cada cinco. Estos datos reflejan una tendencia alarmante de aumento en la violencia y discriminación religiosa
El doble estándar ideológico
Mientras que la izquierda se moviliza en defensa de diversas causas sociales, su silencio ante la persecución de cristianos es ensordecedor. Este doble estándar se debe a una narrativa ideológica que, en ocasiones, ve a la religión organizada como un obstáculo para el progreso. Esta postura ha llevado a una minimización de la violencia que enfrentan los cristianos, especialmente en regiones como el Medio Oriente, África subsahariana y Asia.
El silencio ante la persecución de cristianos tiene consecuencias devastadoras. En Nigeria, por ejemplo, se registraron 4.998 muertes de cristianos en 2023, la cifra más alta de cualquier país en el mundo. La mayoría de estas muertes fueron causadas por grupos terroristas como Boko Haram, el Estado Islámico en África Occidental (ISWAP) y milicianos fulani. Además, más de 3.300 cristianos fueron secuestrados, y millones han sido desplazados internamente debido a la violencia religiosa
El doble estándar ideológico
La izquierda contemporánea suele levantar la voz contra opresiones cuando involucran minorías oprimidas, racismo, xenofobia o abusos económicos. Pero cuando se trata de cristianos perseguidos, la respuesta es la omisión o la minimización. El doble estándar no es accidental: responde a una narrativa ideológica donde la religión organizada es vista con recelo y donde la defensa de los cristianos puede percibirse como incompatible con los valores progresistas. Esto conduce a una peligrosa indiferencia ante la violencia real y sistemática.
El silencio no es neutral: es complicidad. Cada omisión contribuye a perpetuar la vulnerabilidad de comunidades cristianas enteras. Más allá de la tragedia humana, este abandono tiene un impacto cultural: supone la pérdida de patrimonio histórico, tradiciones milenarias y la erosión de la diversidad religiosa, un valor que debería defenderse sin excepción.
La izquierda no puede permitirse este vacío ético. Defender los derechos humanos implica defenderlos todos, sin jerarquías ni prejuicios ideológicos. Ignorar la persecución de cristianos es renunciar a la coherencia de los principios que se proclaman.













Las purgas y los asesinatos sistemáticos son parte de las señas de identidad de la izquierda desde su nacimiento. Investigue sobre quién financió a Carlos Marx para que escribiera su obra londinense (alucinará y comprenderá muchas cosas)
A ver, es que lo que les gusta a ellos, aquí aún no se atreven, pero todo se andará. Y tal vez sea para bien y los católicos espabilemos.