El doble rasero ante las ofensas religiosas: Cristianismo vs. Islam
Carlos Aramburu Bayona.- En las últimas décadas, la libertad de expresión se ha convertido en un terreno minado donde no todas las sensibilidades son tratadas con la misma vara. Uno de los ejemplos más evidentes de este desequilibrio se encuentra en la diferencia de trato que los medios de comunicación, instituciones culturales y figuras públicas otorgan a las ofensas contra el cristianismo en comparación con aquellas dirigidas al islam. La aparente defensa universal de la libertad artística o de expresión se diluye cuando el objeto de crítica es el islam, mientras que el cristianismo parece ser un blanco legítimo y hasta “seguro” para el sarcasmo, la irreverencia o el escarnio.
Libertad de expresión, pero solo a medias
Las representaciones irreverentes del cristianismo abundan en el arte contemporáneo, la música, el cine o la televisión. Crucifijos sumergidos en orina, caricaturas de Jesús en clave cómica, sátiras sobre la Iglesia o su moral… todo ello suele ampararse bajo el paraguas de la libertad de expresión. Las protestas de grupos cristianos o las críticas de fieles son etiquetadas con rapidez como censura, intolerancia o conservadurismo religioso.
En cambio, cuando se trata de representaciones del islam, la narrativa cambia de inmediato. Caricaturas de Mahoma, críticas a doctrinas islámicas o referencias al radicalismo suelen generar un silencio prudente —cuando no miedo abierto— entre artistas, medios y autoridades. En lugar de invocar la libertad de expresión, se habla entonces de “respeto cultural”, “sensibilidad religiosa” o “prevención de la islamofobia”.
No se trata de justificar la provocación gratuita, sino de evidenciar la incoherencia: la misma sociedad que considera “valiente” ridiculizar el cristianismo, califica de “irresponsable” cualquier sátira sobre el islam.
Medios y autocensura: el miedo detrás del discurso
El caso de Charlie Hebdo en 2015 marcó un punto de inflexión. Tras el atentado, casi todos los grandes medios occidentales se proclamaron defensores de la libertad de expresión… pero pocos se atrevieron a reproducir las caricaturas que originaron la masacre. Muchos argumentaron “respeto hacia la comunidad musulmana”, pero era evidente que el miedo también pesaba: el islam radical, a diferencia del cristianismo, ha respondido en ocasiones con violencia a las ofensas percibidas.
Este clima ha generado una autocensura estructural. Grandes plataformas audiovisuales y museos evitan cualquier obra que pueda ser considerada ofensiva hacia el islam, mientras que el cristianismo continúa siendo objeto de parodia sin consecuencias. La valentía artística se vuelve selectiva: se atreve solo con lo que no representa un riesgo.
Instituciones y el cálculo político de la sensibilidad

Abel Azcona exponiendo la obra blasfema tras robar ostias consagradas, con alevosía y descaro, día tras día. La “obra” consistía simplemente en la palabra “PEDOFILIA”, habiendo por otra parte hecho constancia de su blasfemia planificada.
Las instituciones culturales y políticas han aprendido a navegar estas sensibilidades con cálculo. En Europa, por ejemplo, la crítica a símbolos cristianos —como los belenes, las cruces en escuelas o las festividades religiosas— se presenta como un paso hacia la secularización. Sin embargo, esas mismas instituciones promueven políticas de “respeto a la diversidad” que blindan cualquier crítica pública a prácticas o discursos islámicos, incluso cuando chocan con los valores occidentales de igualdad o libertad individual.
Este doble rasero tiene un trasfondo político: el cristianismo se percibe como la religión dominante, por lo que ridiculizarlo se asocia a un gesto de ruptura con el poder histórico. El islam, en cambio, se presenta como una minoría vulnerable, por lo que cuestionarlo se interpreta como opresión. Pero esta lógica simplifica en exceso la realidad y conduce a una desigualdad evidente en la aplicación del principio de libertad de expresión.
Consecuencias culturales y democráticas
El resultado de este desequilibrio no es solo simbólico. Si una sociedad acepta que algunas ideas pueden ser criticadas y otras no, erosiona el fundamento mismo de la libertad intelectual. La autocensura no protege la convivencia, sino que consolida el miedo como criterio editorial. Además, crea un terreno de resentimiento: muchos ciudadanos perciben —con razón— que existe un trato desigual entre religiones, lo que alimenta divisiones y extremismos.
La verdadera pluralidad exige consistencia: defender la libertad de expresión implica aceptar que habrá manifestaciones ofensivas, pero hacerlo con el mismo criterio para todos. No puede ser que se tolere una exposición blasfema sobre el cristianismo y se retire una obra que mencione críticamente al islam por “riesgo de ofender”.
Una valentía selectiva
Los medios y las instituciones que presumen de independencia y coraje deberían preguntarse si lo son de verdad, o si su valentía depende del destinatario de la crítica. Defender la libertad de expresión solo cuando es seguro hacerlo no es una muestra de compromiso, sino de conveniencia.
El doble rasero entre las ofensas al cristianismo y al islam revela más sobre el miedo y la hipocresía de las élites culturales que sobre la sensibilidad religiosa de las sociedades. Y mientras no se aplique un criterio igual para todos, la libertad seguirá siendo un privilegio, no un principio.
*Jurista














¿Y esta raza de ateos subnormales será capaz de decir algo sobre el bacha bazi o harán la vista gorda como hacen con las amputaciones genitales que sufren miles de niñas en los guetos islamizados?
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Nos han colado al enemigo dentro de casa, sin preguntar nada. Diríase que nos han impuesto un invitado, que se repartirá nuestro pan, sin pedir permiso, peor aun, se quedará con todo. Pero seguimos callados.
Si tuvieran una mínima idea de Quien es el que intentan ofender, lo que impide su bestialidad que les ha liquidado el entendimiento, deberian estar aterrados…
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Esta es la grandeza del cristianismo, lo que lo hace invulnerable, invencible, Inmortal
Contra esta basura no se considera cristiano fobia. Doble vara de medir.
Con todo el respeto a AD y las damas, pero yo me cago en la reverendísima puta madre de cada uno de estos desgraciados subnormales que insultan al Catolicismo, a la Virgen Santa, y a la religión Cristiana. Hay muchísimos más pederastas fuera de la Iglesia que dentro: colegios, equipos deportivos, guarderías, centros de menores, gimnasios, etc y etc…es la pura realidad. La virgen esa en TV3, es la Virgen del Rocío. Almonte. Huelva. Eso es sagrado para el pueblo andaluz y no andaluz también. Luego quieren que los aceptemos y queraamos a eelloos, porque si no soomos maalos, insolidaarioos.… Leer más »
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