El cardenal Müller denuncia que Alemania va camino de ser un país musulmán en las próximas dos o tres décadas: «No podemos permitir que impongan su religión»
El cardenal Gerhard Müller, ex-prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y una de las voces más autorizadas del catolicismo, ha lanzado una advertencia contundente en una entrevista para el blog católico Le Salon Beige: Alemania podría convertirse en un país de mayoría musulmana en las próximas dos o tres décadas si no se toman medidas urgentes para controlar la inmigración ilegal y descontrolada. Sus declaraciones, lejos de ser especulaciones, se basan en datos demográficos y en una crítica directa a las políticas migratorias que han transformado la realidad social, cultural y política del país.
Müller no duda en señalar la magnitud del problema, el 30% de la población actual no es de origen alemán, se confirma a través de un grupo mayoritariamente joven y procedente de países musulmanes como Siria. Muchos de estos inmigrantes, según el cardenal, carecen de empleo, no hablan alemán y no muestran interés por integrarse en la sociedad. Las políticas migratorias de los últimos años, que han priorizado la acogida indiscriminada sobre la cohesión social, han destinado millones de euros a subsidios y viviendas sin exigir reciprocidad. Este enfoque, lejos de fomentar la integración, ha creado una crisis latente. «Cuando el dinero se acabe, podría haber una guerra civil», advierte Müller, subrayando el riesgo de tensiones sociales cuando los recursos públicos se agoten y la frustración crezca entre los inmigrantes y los ciudadanos nativos.
Las consecuencias sociales de esta inmigración descontrolada ya son visibles. Müller cita datos alarmantes: en Alemania se registran un promedio de 18 ataques con cuchillo al día y entre dos y tres violaciones colectivas de mujeres y niñas diariamente. La violencia no respeta ni siquiera a las autoridades, con agresiones a la policía que reflejan una pérdida de control del Estado. Barrios enteros se han convertido en zonas donde la ley parece no aplicarse, y la inseguridad se ha normalizado. Este deterioro no es un accidente, sino el resultado directo de políticas que han ignorado la necesidad de establecer límites claros y priorizar la seguridad de los ciudadanos.
En el plano cultural, el impacto es aún más grave. Müller, oriundo de Maguncia (una ciudad alemana a orillas del Río Rin), describe cómo su ciudad natal ha visto caer la población católica del 70% hace 50 años al 27% actual. Este declive no se debe solo a la secularización, sino a una sustitución demográfica impulsada por la llegada masiva de inmigrantes musulmanes. En las escuelas, los niños musulmanes superan en número a los cristianos, y en la esfera pública, los musulmanes dominan cada vez más la vida cotidiana. Los cristianos, atrapados por un multiculturalismo que los paraliza, evitan actos religiosos como procesiones eucarísticas por miedo a «ofender». Müller compara este proceso con el destino del norte de África, que en el siglo VII era una región cristiana pero, tras la llegada del Islam, se transformó completamente en cinco siglos. «Si no actuamos, Europa puede seguir el mismo camino», sentencia, alertando sobre la erosión de la identidad cristiana que ha definido al continente.
Políticamente, Müller critica la alianza entre la izquierda postcomunista y el Islam, una unión que acelera la descristianización de Occidente. Los políticos, según él, ceden ante las demandas de las comunidades musulmanas por temor a conflictos, debilitando la democracia y relegando a los cristianos a ciudadanos de segunda clase. Esta sumisión no solo compromete la estabilidad social, sino que socava los fundamentos de la civilización europea. El cardenal también apunta a la Iglesia, reprochando a los obispos que evitan confrontar el problema por miedo a perder popularidad. «No podemos permitir que impongan su religión en nuestra cultura. Debemos evangelizar con el mensaje del amor de Dios», afirma, destacando la incompatibilidad entre la concepción islámica de la divinidad y los valores cristianos.
Para España y Hispanoamérica, las palabras de Müller son un aviso urgente. La tolerancia mal entendida y la falta de firmeza están erosionando la cohesión social y la seguridad en Europa, y el riesgo de perder la identidad cultural es real. Müller lo resume con claridad: «No hubo batalla, fue una infiltración». Este diagnóstico debe servir como una llamada a la acción para evitar que nuestras sociedades sufran un destino similar.
La Gaceta












El futuro de Europa termina como continente cristianó y a la velocidad que va terminará siendo musulmana. Sus iglesias y catedrales serán derruidas y en su lugar se levantarán mezquitas . La historia y cultura cristiana la destruirán, los árabes exterminaran a gran parte de la población, nos someterán a convertirnos, a los sobre vivientes, al rezo musulmán, nos impondrán sus costumbres….y al final Europa será un conjunto de califatos…..Europa tiene un futuro más que negro,,,,todo a estos desgobierno progres comunistas e independentistas o mejor dicho a la locura del progresismo?…al tiempo señores..
Europa ya pasó por algo parecido tras la caída del Imperio Romano de Occidente.
Solo el buen hacer de personas como San Benito pueden salvar nuestra identidad de la desaparición.
Dejamos entrar a toda esta gente, ¿de qué nos quejamos?
Tenemos todos que escarmentar al ver todas estas consecuencias, hacer todos autocrítica y decidirnos a vivir el Evangelio con todas sus maravillosas exigencias, anteponiendo el hacer el bien a cualquier interés temporal, sin engañarse nuevamente. Esto se termina, pero lo que podemos ganar, no