Logroño: Urdiales, Aarón Palacio y el poso del toreo en la tierra del vino
Tiene la buena tierra de La Rioja en el tiempo el mayor de los secretos para su gran tesoro: el vino. Solo el paso de calendarios podría dar complejidad y profundidad de sabor. Una idea que, siguiendo vigente, se ha visto modificada por unas nuevas tendencias que han dado valor y gusto a los vinos jóvenes. De ambos caminos se rige el mercado vinícola y por sendas vías -la juventud y la veteranía- sucumbió La Ribera al toreo de Urdiales y Aarón Palacio. El aroma que nunca es perecedero con la intensidad que da lo nuevo. Un mano a mano creado por las circunstancias y con un resultado triunfal: los dos toreros por la Puerta Grande con una buena corrida de Núñez del Cuvillo.
No se hizo la tarde de esperar. La baja de última hora de Roca Rey, sumada a la anteriormente anunciada de Pablo Aguado, pareció no hacer mella en taquilla y tampoco en el ambiente. Tres cuartos de entrada cuando rompió el paseíllo a sones de “Zapato de Oro”. La corrida de Núñez del Cuvillo tuvo unas hechuras diversas y un enlotado -como es lógico- más pensado en terna -con tres toros de mejores hechuras-que en un mano a mano. Privilegiado salió Aarón Palacio, aunque el primero en llevarse la tarde fue Diego Urdiales.
El riojano cortó las dos orejas al primero, un toro de Núñez del Cuvillo que embistió con el pecho en las primeras tandas, en una codicia difícil de administrar. Más entrega tuvo por el pitón izquierdo y al natural la faena adquirió una dimensión superior. El toro sacó su fondo y el de Arnedo su mejor toreo al natural. Urdiales desmontó a la cocina moderna con el aroma de la de siempre. La que deja gusto, regusto y, sobre todo, llena. No puede estar más lleno la carta que el contenido del plato. Dos naturales de trazo curvo retumbaron la cubierta de La Ribera. Todos llenos y sin ninguna floritura. El paso del tiempo pareció imperecedero. Esos dos muletazos, dentro de un conjunto de gran estética, valieron las dos orejas después de una gran estocada.
Fue el tercero un toro peleado con el buen gusto en sus hechuras. Alto, largo y muy montado, el de Núñez del Cuvillo parecía negar cualquier flexibilidad en la embestida y su conformación pesó a la hora de humillar, sobre todo en los finales de los muletazos. No así en el embroque, que siempre fue con nobleza y buen estilo. Como la embestida se vino a menos, la faena se fue diluyendo, pero sin perder las buenas formas. Más fino de cuerpo y de hechuras, aunque con un esqueleto que no fue pequeño, fue el quinto, más en la línea Osborne de la casa. Esta vez, la clase no estuvo acompañada del poder. Las dulces embestidas tuvieron su fuerza motriz en los cuartos delanteros -restando así largura en los viajes y entrega en los remates- y no en los traseros. Urdiales volvió de nuevo a paladear el toreo con las yemas. Un aroma de toreo que volvió a mostrar su plenitud. Y su gusto infinito. La estocada fue soberbia y la muerte del toro se desarrolló en escasos segundos lo que provocó que el público pidiera con fuerza las dos orejas. El presidente solo concedió una.
Tenía Aarón Palacio una tarde de compromiso en su tercera corrida de toros en cuatro días. Nimes, Logroño y de nuevo el coso de La Ribera. En un mano a mano con el ídolo de la tierra como antesala de otro en Zaragoza -con Sebastián Castella-. Cuatro corridas de toros en las que muchos se jugarían una temporada y que marcan el inicio de Palacio en el escalafón de matador de toros. Del examen, salió el maño de nuevo con otro triunfo y con la realidad de que Aragón tiene un torero que dará muchas alegrías en los próximos años. Tres faenas de diferentes registros con la realidad de una tarde impropia por su carrera.
Las dos orejas las cortó al sexto, el mejor toro de la corrida de Núñez del Cuvillo, al que recibió con varios faroles y un toreo a la verónica de mano baja. Con la intensidad propia de un torero joven que necesita el triunfo, Palacio fue toda ambición, aunque calmando siempre su hambre. ¡Con lo difícil que es cuando ves al otro compañero con un triunfo desde el primer toro! Comenzó de rodillas sobre la diestra, antes de un trastero de autoridad con un toro tan bravo como fácil para ser descarrilado. Un final por circulares y manoletinas dejaron la faena en la cúspide antes de la estocada. Dos orejas.
Otra había cortado ya Aarón Palacio al cuarto, un toro bravo y exigente de Núñez del Cuvillo. El maño lo recibió con dos largas rodillas y comenzó la faena con unos ajustados cambios por la espalda que fueron la antesala de una faena en la que destacó el toreo al natural ya cuando la entrega del todo había aumentado al bajar su brío. Un pinchazo antes de la estocada dejó la faena con el premio de una sola oreja. El segundo de la tarde fue el más complejo de toda la corrida por sus viajes descompuesto e incierto. Gobernó las complejidades del toro el maño ya en el inicio por doblones para después nunca renunciar a la intención de torear bien aunque los pitones viajaron a la altura del vientre. El paladar fino de Diego Urdiales se completó con la fuerza del joven Aarón Palacio en una gran tarde. Apostemos también por los “vinos jóvenes”. Argumentos hay en una hornada que viene con ilusión. Como la que ha creado Aarón Palacio en Aragón y que ha llegado a Logroño.
Ficha del Festejo:
Hierro de Núñez del Cuvillo – Plaza de toros de Logroño, La Rioja – Mano a mano. Tercer festejo de la Feria de San Mateo 2025. Alrededor de tres cuartos de entrada. Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados, aunque desiguales de hechuras y de cuerpo. Destacaron el sexto y el cuarto. Con buen fondo el primero. El quinto tuvo clase, pero estuvo justo de poder. Descompuesto el segundo. Noble, aunque venido a menos, el cuarto.
• DIEGO URDIALES, dos orejas, silencio y oreja con petición de la segunda
• AARÓN PALACIO, ovación, oreja y dos orejas











