El ecologismo infantilizado de Greta Thunberg
AG.- Greta Thunberg se ha convertido en un símbolo global, pero no necesariamente de la conciencia ecológica, sino de la manipulación mediática. Su figura es la prueba viviente de cómo una adolescente, con discursos simplistas y tonos apocalípticos, puede ser elevada a la categoría de oráculo mientras millones de expertos, científicos e ingenieros que realmente estudian y proponen soluciones quedan relegados a un segundo plano.
El activismo de Thunberg no se sostiene en la ciencia, sino en el impacto emocional. Sus arengas no buscan soluciones, buscan titulares. “¿Cómo se atreven?”, gritaba ante la ONU, como si los problemas climáticos se resolvieran a base de indignación teatral. Lo cierto es que la política energética, el desarrollo tecnológico y la transición industrial no avanzan con discursos escolares repetidos en bucles, sino con trabajo técnico, inversión y negociación dura.
La paradoja es brutal: Greta viaja por el mundo como estrella de rock ambiental, mientras millones de jóvenes escuchan un mensaje que reduce la complejidad de la crisis climática a un sermón moralista. ¿Dónde están sus planes concretos? ¿Dónde sus propuestas técnicas? No existen. Porque su rol no es aportar, sino señalar con el dedo. Es el eco vacío de una cultura que prefiere símbolos a soluciones.
Los grandes medios la han convertido en intocable, en “la niña que dice la verdad”, cuando lo que hace es bloquear el debate. Quien la contradiga es tachado de negacionista o enemigo del planeta. Este blindaje mediático solo sirve a las élites que utilizan su imagen como fachada verde, mientras siguen lucrando con los mismos sistemas contaminantes que ella dice combatir. Greta, sin saberlo o sabiéndolo, es parte de la maquinaria.
Ignoro si el cambio climático es real, pero el espectáculo Thunberg lo convierte en caricatura. Y una caricatura no salva glaciares, ni frena emisiones, ni cambia el rumbo de una economía global dependiente del petróleo y el carbón. Lo único que logra es infantilizar el debate.
Basta de adorar a gurús prefabricados. La lucha climática no necesita iconos que repitan frases indignadas, sino adultos responsables, con conocimiento y coraje político. Greta Thunberg es el símbolo de un ecologismo de escaparate: mucho ruido, cero soluciones. Y mientras se aplaude su teatro, el planeta sigue esperando acciones reales.











