La cuadrilla del Búcaro.- No quería dejar pasar la semana sin escribir de Octavio Chacón. Estaba en Dax y vi la corrida de los Adolfos en Ubrique en diferido ayer.

No deja de ser atípica la situación de este torero gaditano que realizaba en Ubrique el primer paseíllo europeo de la temporada en mitad de septiembre.

Ni un contrato en las ferias torístas de Francia y España, ni un hueco en los desafíos venteños, desaparecido de la circulación, defendía su profesión haciendo temporada una vez más en Perú, salvavidas de tantos buenos toreros.

Me encantó volver a ver al Chacón estelar de hace unos años en los ruedos franceses, Madrid, Bilbao o Pamplona. En una carrera de fondo por la senda más dura del toreo son lógicas las caídas, los malos momentos, las dudas, los esfuerzos titánicos con este ganado pasan facturas de cuerpo y alma, y el mercadeo de comisionistas no se acuerda ni deja oportunidades cuando no estás bien o no triunfas.

En esta liga no se perdona ni una. Por eso tiene un valor añadido recuperar el mejor Octavio en el momento que más lo necesitaba. Si alguien pensaba que Chacón estaba fuera, el de Prado del Rey se encargó de recordar en Ubrique que su tauromaquia está viva, es necesaria y, anda firme y decidido a recuperar el lugar que le corresponde por categoría y conocimiento.

Es un lujo, que no podemos permitirnos, perder al Chacón orfebre de esculturas imposibles, lidiador de temple exquisito y mano lenta. Ubrique ha sido la primera estación de un nuevo camino. Octavio Chacón, con una obra seria y quizás menor por el rango de la plaza, ha vuelto a demostrar que en lo suyo es un grande imprescindible. Marcó diferencias y recuperó ilusiones con el peor lote de una interesante corrida de Adolfo.

Pérez Mota estuvo muy bien con dos toros buenos, después de años sin ponerse el traje de luces. Y Janeiro lo intentó con el mejor lote. Y todo el mundo lo ha podido ver por la televisión. Un esfuerzo con audiencia siempre es más gratificante y esperemos que sea rentable en el futuro. Apunten en la libreta.