No es error, es hostigamiento: Los árbitros le declaran la guerra al Madrid
Lo que está ocurriendo con el Real Madrid en la Liga española ya no puede calificarse como casualidad. Jornada tras jornada, las decisiones arbitrales se acumulan en un patrón demasiado evidente como para atribuirlo al error humano. Esto no es mala suerte: es persecución.
Mientras a otros equipos se les permiten patadas, penaltis invisibles y expulsiones perdonadas, al Real Madrid se le mide con una vara diferente. Los errores nunca caen a favor, siempre en contra. Es un goteo continuo que mina la competición y deja en entredicho la limpieza del campeonato.
El VAR, esa herramienta creada para acabar con las injusticias, se ha convertido en un arma selectiva: actúa con lupa contra el Madrid y con venda en los ojos cuando se trata de sus rivales. No es ya un problema de criterio: es una política sistemática que erosiona la credibilidad de la Liga y la dignidad del fútbol español.
La Liga presume de competitividad y de ser uno de los mejores torneos del mundo, pero ¿qué prestigio puede tener una competición donde al club más grande de la historia se le acosa desde el silbato y la pantalla? Los aficionados no son tontos: ven la manipulación, sienten la indignación y comprueban cómo la justicia deportiva se retuerce cada fin de semana.
El Real Madrid merece respeto. Y si la Liga no es capaz de garantizar un arbitraje justo y equilibrado, lo que está en juego no es una temporada: es la credibilidad de todo el fútbol español. El enemigo no está en los rivales deportivos, sino en la sombra de los despachos arbitrales que parecen decididos a frenar al Madrid a cualquier precio.
Basta ya de disfrazar lo evidente. El madridismo no debe callar mientras se pisotea la justicia en el campo. Si la Liga quiere prestigio, debe empezar por acabar con esta persecución vergonzosa que mancha la competición y la convierte en un espectáculo adulterado.











