Pedro Sánchez contra Isabel Díaz Ayuso: la rabia y la obsesión de un presidente enloquecido y acorralado
Pedro Sánchez ha convertido el odio en su única forma de gobernar. Odia a quienes le critican, odia a quienes le superan, odia a quienes no se arrodillan ante él. Y su odio más feroz tiene una diana clara: Isabel Díaz Ayuso.
¿Por qué? Porque Ayuso es lo que Sánchez jamás podrá ser: libre, valiente, coherente. Mientras él se aferra al poder pactando con separatistas, golpistas y radicales, ella gobierna Madrid con firmeza, resultados y la bandera de la libertad por delante. Sánchez vive del engaño, Ayuso de la claridad. Sánchez necesita la mentira, Ayuso la verdad.
Su persecución contra Madrid es una vergüenza nacional: ataques diarios, campañas sucias, bulos fabricados desde el BOE y la televisión pública convertida en aparato de propaganda. Todo vale para intentar silenciar a la presidenta que se le ha convertido en pesadilla. Pero lo que Sánchez no entiende es que cada embestida lo deja más en evidencia, y cada golpe hace más fuerte a Ayuso.
El presidente cada vez más enloquecido, no soporta que exista alguien que, con valentía y sin complejos, desmonte a diario su propaganda y ponga en evidencia su fracaso. Por eso la ataca con saña, con odio visceral, con la arrogancia del poder que se sabe débil.
La relación de Sánchez con Ayuso no es política: es personal, es rencor puro. La detesta porque representa lo que él jamás será: autenticidad, claridad y firmeza. Mientras Sánchez se arrastra ante separatistas y extremistas para mantenerse en La Moncloa, Ayuso gobierna sin arrodillarse, sin pedir permiso a nadie, defendiendo la libertad frente a la mordaza ideológica de la izquierda. Y eso a Sánchez lo enloquece.
Su Gobierno entero se ha convertido en una máquina de hostigamiento contra Madrid. Usan los medios públicos como altavoz de difamaciones, montan campañas de acoso mediático, manipulan informes y fabrican bulos. Todo con un único fin: intentar destruir a Ayuso. ¿Resultado? Cada ataque la fortalece, cada golpe lo retrata a él como lo que es: un presidente acomplejado y vengativo.
Porque lo que de verdad le duele a Sánchez es que Ayuso demuestra que hay otro camino: menos impuestos, más prosperidad, más libertad. Mientras él hunde a España con deuda, clientelismo y cesiones vergonzosas a los enemigos de la nación, Madrid crece, atrae talento y se convierte en un símbolo de esperanza.
Sánchez odia a Ayuso porque le teme. La teme porque no se calla, porque no se rinde, porque no le tiene miedo. Y al final, todo dictadorzuelo disfrazado de presidente termina cayendo víctima de su propia rabia. El odio es su único combustible, y como todos los fuegos que arden sin control, acabará consumiéndolo.
El sanchismo se ha convertido en un régimen de clientelismo, cesiones indignas y manipulación constante. Frente a ello, Madrid representa un modelo de prosperidad, crecimiento y libertad que incomoda a quienes quieren un país dócil, sometido y empobrecido.
Ayuso proclama alto y claro: no aceptamos que un presidente que gobierna con rencor destruya a quien defiende a millones de españoles. No aceptamos que se use el Estado para perseguir a una adversaria política. No aceptamos que el odio sea la herramienta de poder en nuestra democracia.
Sánchez odia a Ayuso porque teme que ella simboliza la alternativa: un futuro sin sanchismo, un país orgulloso de sí mismo, un gobierno al servicio de los ciudadanos y no del ego de un solo hombre.
Y llegará el día en que ese odio se vuelva contra él. Porque no hay muro de propaganda que resista a la verdad, y no hay presidente que dure cuando su único proyecto es destruir a los demás.












Hoy le ha puesto una charla en los colegios infantiles sobre el genocidio palestino por decreto ordeno y mando. No sé si lo ha firmado el jefe del Estado. Pero el que debería firmar es el que hay escrito sobre el Geonocidio que el soe y otros partidos como el kk komunista quisieron perpetrar contra la mitad de los españoles -los que no pensaban como ellos- desde 1931 a 1936. Que revisen las 50 checas que gobernó el soe en Madrid, a ver cuantos muertos.
No lo harán. No tienen -por ahora- los bemoles, para tirarse a la piscina