La peligrosísima trivialización del horror tras el asesinato de Charlie Kirk
Gustavo de Arístegui.- Empecemos por saber quién era de verdad Charlie Kirk, más allá de los tópicos, manipulaciones, mentiras y de la demonización que fue la causa última de su asesinato. Era un líder conservador que abogaba por la libertad de expresión, el debate abierto, la defensa de EE. UU. y la familia, y que exhibía con orgullo su fe cristiana. Su lema era «demuéstrame que estoy equivocado…». Trató de recuperar para la derecha un espacio que él consideraba invadido por el wokismo, pero desde la dialéctica y el debate. Se puede estar o no de acuerdo con él, pero ¿de verdad se puede decir que tratar de ganar el debate de las ideas por medio de la dialéctica es fascista?
A ciertas izquierdas les parece inaceptable que las derechas moderadas y las más conservadoras «osen» entrar en lo que han considerado sus feudos. En España son los diputados y políticos de centroderecha los que han sufrido la violencia y la amenaza en algunas facultades; recordemos el gravísimo incidente contra Cayetana Álvarez de Toledo en Barcelona o el de la presidenta de la Comunidad de Madrid en la Facultad de Ciencias de la Información (¡de la que es exalumna!), por mencionar solo dos de muchísimos casos, y por no hablar de la barbarie de los cachorros de ETA en las universidades del País Vasco. Habría que empezar diciendo que ser conservador (yo no me considero uno, pero es imprescindible decirlo) no es una peligrosa enfermedad infecciosa que hay que erradicar, como parece ser la opinión de un número creciente de izquierdistas en el mundo.
El telón de fondo de esta tragedia es tan incendiario como el acto en sí: Kirk, un aliado fundamental de Trump y arquitecto y símbolo indiscutible del creciente movimiento conservador juvenil —que fue determinante para que Trump aventajara a Kamala Harris en 36 puntos en el voto joven—, fue un objetivo deliberadamente silenciado. Esto es muchísimo más grave de lo que algunos medios están diciendo. Es un ataque al corazón de la libertad de expresión, de la que Kirk era un gran adalid. El disparo resonó justo cuando acababa de concluir un discurso denunciando el «adoctrinamiento woke» en los campus, evocando ecos de asesinatos históricos que han marcado con sangre e intolerancia las instituciones democráticas de EE. UU.
Sin embargo, lo que ha amplificado el horror es la secuela indecente en ciertos sectores de los medios y comentaristas de izquierda, donde la cobertura ha variado desde una condena tibia, casi anecdótica, hasta la burla abierta —con frases como «karma por su defensa de las armas»—. Son terribles las declaraciones celebrando el asesinato o los memes irónicos que yuxtaponen la postura pro-Segunda Enmienda de Kirk con su muerte, los cuales han proliferado en plataformas como X y TikTok, atrayendo reprimendas bipartidistas, incluido el presidente Trump, quien lo calificó como un «asalto atroz a la libertad de expresión».
*Diplomático













Todos esos decadentes que sienten esta morbosa fascinación por la muerte, están vencidos de antemano. porque saben.que con su desprecio a la Vida sólo les queda ese infierno de odio que les está matando, mientras que Charlie Kirk por su Fe la ha vencido.
” ¿Donde está, oh muerte tu victoria?,¿Dónde está. oh muerte, tu aguijón ? ”
( Corintios 15, 55 )