¿Cuándo comienza la vida humana?
AD.- El debate sobre el aborto gira, en gran medida, en torno a una cuestión esencial: ¿cuándo comienza la vida humana?
Desde una perspectiva ética, muchas corrientes coinciden en que la vida comienza en el momento de la concepción, cuando surge un nuevo ser humano con identidad genética única. Defender la vida desde ese instante no es solo una cuestión religiosa, sino un argumento que se apoya en principios filosóficos, científicos y de derechos humanos.
La identidad única desde la concepción
En el instante de la fecundación se constituye un código genético irrepetible. Ese cigoto no es parte del cuerpo de la madre, sino un organismo nuevo que contiene toda la información biológica necesaria para desarrollarse. Éticamente, si reconocemos el valor de la individualidad y la dignidad de cada ser humano, resulta incoherente negar ese valor a quien se encuentra en las primeras etapas de su existencia.
El principio de continuidad
El desarrollo humano es un proceso continuo: desde el cigoto, pasando por el embrión, el feto, el recién nacido, el niño y el adulto. No existe un momento preciso en el que se pueda afirmar que antes “no era humano” y después sí lo es. Por ello, establecer una frontera arbitraria para determinar el inicio del derecho a la vida genera inconsistencias éticas.
La dignidad humana como valor intrínseco
Una ética basada en la dignidad sostiene que todo ser humano posee un valor incondicional, independientemente de su edad, capacidades o grado de desarrollo. Si aceptamos que la dignidad no depende de condiciones externas (inteligencia, viabilidad fuera del útero, autonomía), entonces también debe aplicarse a quienes aún están en gestación.
El principio de no discriminación
Aceptar el aborto bajo el argumento de que el feto es “demasiado pequeño”, “aún no consciente” o “no viable” abre la puerta a una forma de discriminación basada en el desarrollo biológico. La historia muestra los riesgos de considerar a ciertos grupos como “menos humanos” para justificar su exclusión. Éticamente, reconocer la humanidad desde la concepción evita caer en estas exclusiones.
Responsabilidad y deber hacia los más vulnerables
Las sociedades éticas se definen por la manera en que protegen a quienes no pueden defenderse. El concebido es el ser más vulnerable de todos, sin voz ni capacidad de reclamar sus derechos. Defender la vida desde la concepción significa asumir un deber moral de protección hacia los indefensos.
Desde una perspectiva ética, el valor de la vida humana no depende de la etapa de desarrollo, la autonomía o las circunstancias externas, sino de la dignidad intrínseca que posee todo ser humano desde la concepción. Reconocer este principio es un llamado a fortalecer una cultura de respeto a la vida y a replantear las soluciones sociales y personales que conduzcan a proteger tanto al niño por nacer como a la madre en situación de vulnerabilidad.












Desde el mismo momento de la concepción: si no existe concepción no existirá vida humana.
Vida humana con sus nombres en el tiempo: feto, nonato, sietemesino, nacido, bebé, niño, joven, mayor de edad, mediana edad, anciano… y así hasta la muerte.
Y después, la Vida Eterna que nos promerió Jesís.