Tiranía y terror en Gaza: Las atrocidades silenciadas de Hamas contra mujeres y homosexuales
Álvaro Galán.- Hamas no es solo un actor militar en el conflicto israelí-palestino: es un régimen despiadado que ha convertido Gaza en un territorio de miedo y opresión. Mientras el mundo mira los cohetes y bombardeos, el verdadero horror ocurre dentro de Gaza, donde mujeres y personas LGBTQ+ son brutalmente perseguidas por atreverse a existir fuera del molde que este grupo fanático impone.
Bajo Hamas, ser mujer significa vivir bajo una dictadura patriarcal que controla cada aspecto de tu vida. Quien se atreve a desafiar su autoridad: trabajar, opinar, caminar sola o vestir “incorrectamente”, se enfrenta a amenazas, acoso y violencia física. El grupo utiliza la religión como arma para justificar humillaciones, golpes y encarcelamientos. Gaza no es un lugar seguro para las mujeres: es una prisión al aire libre, donde cada acto de independencia puede costar caro.
Si eres homosexual, transexual o de género no conforme, Gaza bajo Hamas es un infierno en la tierra. La homosexualidad se castiga con prisión y tortura, y la mera existencia de identidades de género diversas se considera una amenaza a su tiranía. Arrestos arbitrarios, palizas, amenazas de muerte: esta es la “ley” que Hamas impone. No hay espacio para la libertad ni para la expresión; solo miedo, silencio y sufrimiento.
Hamas gobierna a través del terror. Cada mujer que intenta vivir libremente y cada persona LGBTQ+ que lucha por existir representa un desafío a su control absoluto. Por eso son perseguidos sin piedad. Esto no es control social: es violencia sistemática, un ataque directo a la dignidad humana.
Mientras la comunidad internacional debate sobre cohetes y bloqueos, Hamas continúa su limpieza moral y social dentro de Gaza, destruyendo vidas con total impunidad. La tiranía del grupo no solo mata cuerpos, sino que aplasta identidades y libertad. Reconocer la brutalidad de Hamas no es una opinión: es un deber moral frente a un régimen que castiga la humanidad misma.












Solo faltaba, que se afincaran en esta “tierra prometida”, donde entran, sin control, ya miles de allegados en cayucos y vuelos más o menos regulares. Que Dios nos proteja.