La sanchibasura, en TV
Mayte Alcaraz.- Los más reputados analistas denuncian que la televisión política actual discurre por caminos parecidos a los de los programas de telebasura: gritos, ruido, sectarismo, faltas de respeto y sensacionalismo. Y creo que no les falta razón. De hecho, Pedro Sánchez fue una tarde partícipe activo del prototipo de esa televisión, el fallecido Sálvame. Desde entonces, la izquierda incorporó a sus campañas electorales madrileñas a Jorge Javier, y alguna de sus tertulianas de cabecera forma pareja sentimental con el presentador de turno como la cosa más natural del mundo. Defender a Pedro en pareja da más posibilidades de seguir el candelero catódico. Los líos de alcoba periodísticos llevados al prime time.
La telebasura consistió históricamente en hurgar en la vida de Marujita Díaz u Olvido Hormigos, pongo por caso, sacar los colores a un cornudo o desentrañar la vida secreta de una actriz de serie B. Comparados estos iconos del cotilleo con Ábalos, el padre de Begoña Gómez o Koldo parecen hoy la quinta esencia de Coco Chanel. El detritus televisivo ha sido indultado por la progresía porque, normalmente, estos formatos son conducidos por reputados comunicadores de la izquierda caviar. Casi siempre homosexuales, habitualmente catalanes e indefectiblemente votantes de Sánchez. Así que lo que antes era un rechazo visceral de los socialistas por este modelo televisivo cutre -cómo olvidar cuando Francino y Angels Barceló se negaron en 2009 a entregar el Ondas a Jorgeja- ahora ha devenido en comunión espiritual entre los amantes del higadillo y los sacerdotes de la izquierda. El mejor exponente: la resurrección por parte de la televisión pública de los monigotes de Sálvame, echados a patadas por Telecinco; no obstante, la corporación tuvo que volverlos a mandar a su casa por la birriosa audiencia que cosecharon.
En esa fusión izquierda-detritus televisivo emergió hace un par de años Rociíto -la hija de la gran Jurado y el mundial peso ligero Carrasco-, cuyos líos conyugales fueron elevados a relato feminista por la simpar Irene Montero, que se autotituló juez sentenciadora en un caso de malos tratos que la propia justicia -esta sí, la de verdad- había archivado en varias ocasiones. Pero el momento culminante tenía que llegar a las pantallas: hoy sale a escena en Telecinco la última mujer oficial de Ábalos, Carolina Perles, que acabó de asesora de libre designación en la Delegación del Gobierno de Madrid que entonces dirigía José Manuel Rodríguez Uribes, exministro de Sánchez. Ella también participó de la fiesta pagada por los contribuyentes, pero ahora se nos presenta como humillada mujer, testigo de los desmanes del esposo.
Es decir, otra enchufada del clan que, guiada -supongo- por el despecho, va a hacerle una autopsia al feminista exsecretario de Organización socialista, contando sus líos de faldas. Nada de eso tendría importancia, más allá de las consecuencias para la continuidad del matrimonio, si no fuera porque la protagonista de hoy fue la que denunció ante Adriana Lastra y Carmen Calvo los chanchullos del aficionado a las lucecitas con el dinero público y con las sobrinas. La exvicepresidenta se lo trasladó al jefe de Moncloa y por eso en julio de 2021 Sánchez se cargó a José Luis, para luego rehabilitarle en las elecciones de 2023, colocándole de número dos por Valencia. Con eso le garantizaba el aforamiento por lo que pudiera llegar. Que llegó.
Así que visto que en el Parlamento no hay actividad legislativa, que Pedro no gobierna sino vegeta a base de acabar con la institucionalidad, la separación de poderes y la alternancia en el Gobierno, son los platós de televisión los nuevos foros de debate con unos senadores de la alcurnia intelectual de Lydia Lozano. En esos espacios no se entabla conversación pública sobre el desastre socialista de la vivienda, la inmigración o los paupérrimos sueldos de los jóvenes, sino se habla de Jessica Rodríguez, Claudia Montes, Adriana de la Torre y Nicole Neascu. Amigas entrañables del todopoderoso ministro de Sánchez que, muchas de ellas trabajaron para entidades públicas y hasta alguna reconoció ante el Supremo que solo abrió un día el ordenador para hacer un curso de riesgos laborales.
El juez ha estudiado los expedientes de contratación y los informes de evaluación del desempeño de estas avezadas profesionales con resultados estupefacientes. Curioso: ninguna terminó ganándose las lentejas en una empresa privada. Aunque alguna sí se las ganó muy privadamente. Así que este es otro de los legados del líder socialista: la política es hoy un chalaneo pringoso sobre lupanares familiares, meretrices contratadas con dinero público y esposas despechadas, dispuestos todos a demostrar que la sanchibasura da más audiencia que la separación de Kiko Rivera.












A la izquierda el cara de rata viscosa, a la derecha el cara de tonto que gano el premio del peloteo. En resumido basura que entupen las tuberías del baño.