Spain is different
Europa se rearma a toda prisa. Polonia denuncia la incursión de drones rusos en su espacio aéreo, la OTAN se reúne de urgencia y países como Alemania reintroducen o amplían el servicio militar. La inversión en defensa crece en todo el continente porque la amenaza ya no es teórica: es inmediata.
España, en cambio, sigue otra ruta. El Gobierno no habla de fortalecer el Ejército ni de blindar la seguridad nacional, sino de cuadrar las cuentas a final de mes para pagar pensiones. Mientras otros preparan radares y defensas antiaéreas, aquí se repite que no hay dinero, salvo para sostener el día a día.
Lo más grave es la política exterior. España ha pasado de ser un socio fiable de las grandes potencias —aliado de Estados Unidos en la OTAN, participante en misiones internacionales, miembro comprometido con la UE— a situarse en una posición de aislamiento.
Con Israel, el Gobierno ha decretado un embargo de armas, ha prohibido que barcos y aviones que transporten material bélico hacia ese país usen puertos y espacio aéreo españoles y ha incrementado la ayuda a Gaza. Estas medidas han provocado un distanciamiento visible con aliados occidentales.
Con Estados Unidos, las tensiones han crecido. Washington ha expresado su preocupación por las restricciones impuestas por España contra envíos destinados a Israel, señalando que afectan a la cooperación estratégica.
Con Ucrania, España mantiene un discurso firme de apoyo y ha firmado acuerdos bilaterales de seguridad. Sin embargo, ese compromiso convive con una debilidad interna: la falta de inversión militar y energética propia que respalde realmente esa solidaridad.
El resultado es un país que se queda sin referentes claros. Europa refuerza su defensa común, Israel combate en varios frentes, Estados Unidos afronta una crisis política tras el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. Y España aparece en la foto internacional como un socio incómodo, más pendiente de dar lecciones morales que de asegurar su futuro.
La paradoja es evidente: un país que históricamente colaboró con grandes potencias para construir estabilidad y defender valores compartidos, hoy se coloca en una senda de enfrentamiento diplomático y de debilidad estratégica. España no lidera, no acompaña, ni refuerza. España queda sola.
“Spain is different” ya no es el eslogan turístico que hacía grande a España, ahora es la definición amarga de un Gobierno que confunde gestos con política y moralismo con estrategia. Y esa diferencia, lejos de hacernos únicos, nos deja aislados.












De la 8ª potencia industrial del planeta, en los últimos siete años hemos pasado a hundir pantanos y a incrementar la deuda, de un billón a billón y medio de euros con Pedrito el de la piedra. Pero la economía va viento en popa, crecemos y no hay ya paro ni juvenil ni mayorcin, comos la locomotora de Uropa ya que Alemania está en la mina del carbón .