El feminismo, el vicio que hundió el Imperio Romano, está hundiendo también a la España socialista
El feminismo y la invasión desordenada de inmigrantes son las dos mayores amenazas de la civilización y las dos peores injusticias de los partidos políticos, en especial de los de izquierda.
El feminismo, el vicio que hundió el Imperio Romano, es la última gran fechoría de la izquierda socialista en España y el mundo.
Ese vicio, terrible y demoledor, está fracturando la sociedad española, destrozando la familia, acabando con el crecimiento demográfico y separando a hombres y mujeres, un drama que pone en peligro la supervivencia de la especie.
Por fortuna, el feminismo radical que impulsan los marxistas en España, está retrocediendo, asustado de sus propios excesos y de la injusticia que genera. Las mujeres se sienten desamparadas por los hombres, con miedo a las calles y en manos de violadores y asesinos.
Por su parte, los hombres, indignados ante los excesos del feminismo radical, se apartan de las mujeres, desconfían del matrimonio y abominan de las leyes que marginan al hombre y convierten a las mujeres en seres intocables y casi impunes.
Con el apoyo de los socialistas y de la izquierda marxista en pleno, el feminismo se ha desbocado y está destrozando la civilización, la convivencia y la armonía. Los políticos, desde su corrupta bajeza, han sembrado el odio entre hombres y mujeres y, como consecuencia, disminuyen los matrimonios y nacimientos, aumentan los divorcios, sufren los niños y se destruye la familia, que es la espina dorsal de la sociedad.
El hombre, con razón, se siente maltratado y castigado por leyes injustas que convierten a la mujer en su dueña y tirana. Es toda una injusticia brutal y típicamente socialista.
Aunque ha acumulado páginas gloriosas en la historia reciente, el actual feminismo que promueve la izquierda se ha degradado, equivocado en su estrategia, pervirtiendo sus metas, haciéndose tozudo, sectario y lobbysta, y provocando una espiral de odio y destrucción de la sociedad que puede acabar con la izquierda en el mundo.
Sus últimas “fechorías” son sorprendentes y hasta escalofriantes: han estimulado esa locura que llaman “discriminación positiva”, han aceptado la indignante “cuota” y han confundido “igualdad” con “paridad”, dos conceptos que no son iguales; uno es constitucional y el otro un abuso totalitario.
El actual gobierno español que preside Pedro Sánchez, incapaz de ver sus propios vicios antidemocráticos, ha convertido ese feminismo desquiciado en uno de sus estandartes políticos y electorales.
Detrás del fenómeno está una degradación de la democracia y de la nobleza del juego político, que se parecen demasiado a las que han experimentado la mayoría de los partidos políticos actuales, que hacen que todas las ideas, principios y objetivos, hasta los más fundamentales, sucumban o se supediten a la conquista y disfrute del poder político, el objetivo prioritario y, sin duda, el gran cáncer de la democracia.
El feminismo, el vicio que hundió el Imperio Romano, es la última gran fechoría de la izquierda socialista y también está destruyendo nuestro mundo.
Al perder el favor de la clase obrera, el marxismo buscó nuevos caladeros de votos en el feminismo, la liga LGTBI, los okupas y el lumpen, entre otros grupos, al mismo tiempo que seguía estimulando la lucha de clases, la división, el odio y la destrucción de valores e instituciones claves, como la familia.
El feminismo parece inofensivo y limitado a reivindicar el papel protagonista de la mujer, pero en su versión radical marxista, que cada día más es la dominante en el mundo, va mucho más lejos y pretende nada menos que destruir la familia tradicional y desmantelar por completo el mundo actual, que, según ellas dicen, está tan contaminado por el hombre que no tiene remedio, salvo construyéndolo desde los cimientos.
El movimiento feminista radical que aparece en los 60, así como la generación hippie, es fruto de los postulados de la Escuela de Frankfurt, todos ellos marxistas que siguieron las directrices de Gramsci (marxismo cultural) y propugnaron la caída de la sociedad desde dentro, socavando la familia y buscando el enfrentamiento, en este caso de hombres y mujeres. Este pensamiento se infiltró en las universidades americanas (donde los integrantes de la Escuela de Frankfurt fueron admitidos como docentes) y se ha terminado imponiendo en todo el mundo.
Parecerá paradójico, pero tanto los integrantes de la Escuela de Frankfurt en su día, como los grupos feministas radicales de hoy están siendo financiados por magnates financieros como la Fundación Rockefeller. Los agentes globalistas en la sombra comparten metas con el marxismo: control de la sociedad gracias a la destrucción de la familia, el individualismo a ultranza (en el caso del marxismo se puede hablar mejor de colectivización) y la atomización del ser humano sin referencias y sistemas de apoyo. Esto nos hace ser un rebaño más fácilmente controlable .
En su locura de odio, las feministas radicales del socialismo han aplastado al hombre y lo han devaluado ante la sociedad y las leyes. Hasta han llegado a proponer la destrucción de la familia, la admisión del incesto y la pedofilia, el asesinato de todo varón que nazca y el ingreso forzoso de los hombres en campos de concentración.
Cuando veáis a Pedro Sánchez y a sus secuaces del socialismo degradado (sanchismo) defendiendo el feminismo radical, que sepáis que están defendiendo la destrucción completa del mundo que conocemos, desde la familia a los valores fundamentales, desde la democracia a la libertad y derechos básicos.
Según estas energúmenas, muchas de ellas potenciales asesinas, el fracaso de revoluciones socialistas como la soviética, la cubana y otras se debe, principalmente, a que no destruyeron por completo la familia y no cambiaron las reglas de la sexualidad.
El colmo de la locura se da en la propuesta de nada menos que abolir la infancia y normalizar el incesto y la pedofilia.
Esta “orgía demente de las locas” tiene que ser frenada por el bien de la humanidad y los partidos y gobiernos que las protegen y alientan, creando leyes contra el varón, como ocurre en España, tienen que ser erradicados en las urnas.
Con el feminismo radical no se juega, ni debe producir risa o desprecio porque la única receta es cortar de raíz su peligrosa escalada hacia la destrucción de todo lo que conocemos como civilización, derechos conquistados y libertades ganadas con sangre y dolor.












Este movimiento seguira vivo mientras tengan subvenciones sin subvenciones morira Esto no es mas que un movimiento como otros que desaparecieron
Como mujer siento verguenza ajena
Porque ¿Realmente son mujeres de verdad o un alto porcentaje son mujeres de quirofano?
Dudo muchisimo que una mujer de verdad.se manifieste desnuda por la calle salvo
que se dedique a la prostitucion y muestre antes el producto
Esas caras sintéticas idénticas. Sólo cambia el corte de pelo, el peínado.
Feminismo, y las que salen a berrear, son feas como el hambre.
Lo curioso es que, el mismo grupo social que hundió el Imperio Romano, es ahora el que está hundiendo el mundo occidental.