PSOE: de denunciar la foto de Feijóo con el contrabandista Marcial Dorado a legitimar al líder del mayor centro de operaciones del narcotráfico mundial
AD.- La política española vive de escándalos que, lejos de ser anécdotas, revelan una constante: la doble moral. El caso del PSOE es paradigmático. Por un lado, el partido se afana en denunciar la foto de Feijóo con Marcial Dorado, el contrabandista gallego convertido en narcotraficante que se paseaba de la mano con políticos socialistas y populares en los años 90. Por otro, guarda un silencio cómplice con los vínculos del régimen chavista con las redes del narcotráfico en América Latina.
Las fotografías de un joven Alberto Núñez Feijóo en yate con Dorado se han utilizado como arma política recurrente. Sin embargo, poco se habla de la cercanía que también mantuvieron dirigentes socialistas con ese mismo personaje, cuando el contrabando de tabaco era una actividad blanqueada socialmente en Galicia y el PSOE hacía la vista gorda. La vara de medir cambia según la conveniencia electoral.
Lo mismo ocurre con Venezuela: el PSOE mantiene relaciones cordiales con el régimen chavista. Recordemos las múltiples visitas de José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en una suerte de mediador complaciente, más preocupado por proteger al régimen de Maduro que por apoyar de verdad a la oposición democrática y a los miles de exiliados.
La contradicción es clara: se utiliza el narcotráfico como arma política interna, pero se relativiza cuando la relación con regímenes afines ofrece réditos geopolíticos o diplomáticos. El PSOE se presenta como defensor de los derechos humanos y enemigo del crimen organizado, pero guarda silencio cuando su propio pasado o sus alianzas internacionales ensucian el discurso.
La coherencia no es un lujo: es la base de la credibilidad. Mientras el PSOE siga jugando a dos bandas -condenando en Galicia lo que justificó en Caracas-, su discurso contra la corrupción y el narcotráfico quedará vacío, reducido a mera propaganda.
Preguntas con respuestas
– ¿Qué papel ha jugado la figura de José Luis Rodríguez Zapatero en blanquear la imagen del régimen venezolano y cómo afecta esto a la credibilidad del PSOE?
Zapatero ha ejercido como supuesto mediador en Venezuela, pero su postura ambigua y complaciente con el dictador Maduro ha sido percibida como un intento de proteger al régimen más que de favorecer una transición democrática. Esto daña la imagen del PSOE porque lo vincula a un “doble juego”: defender derechos humanos en teoría mientras avala en la práctica.
– ¿Por qué el PSOE y otros partidos han sido tan indulgentes con las relaciones con narcotraficantes en Galicia durante los años 80 y 90?
Porque el contrabando de tabaco estaba socialmente normalizado y generaba empleo en una Galicia deprimida. Esa tolerancia permitió que contrabandistas como Marcial Dorado evolucionaran hacia el narcotráfico con impunidad. Tanto el PSOE como el PP miraron hacia otro lado porque políticamente no les convenía confrontar de frente ese problema.
– ¿Qué consecuencias tiene para la política exterior de España mantener una postura incoherente frente a regímenes como el venezolano?
La principal consecuencia es la pérdida de autoridad moral en el ámbito internacional. El gobierno de Sánchez no puede exigir democracia y transparencia en América Latina si tolera o relativiza dictaduras según sus intereses. Además, esa incoherencia resta peso a su influencia en la UE y genera desconfianza en la oposición venezolana y en la propia Venezuela.












Nada raro.
El PSOE viene pisando fuerte en ese campo desde 1982. Ya en la fiesta que dieron en el Palace por ganar las elecciones con mayoría absoluta, invitaron a Pablo Escobar Gaviria.