El maquillaje no arregla las ojeras, las arrugas y la cara demacrada de nuestras exportaciones
José Ramón Riera.- Sabía que la publicación de artículos como: El modelo Tezanos aplicado al crecimiento económico: han inflado el PIB de 2025 en un 78 % iba a generar polémica, pero me preocupa más que la gente confunda términos que me acusen de idiota.
Antes de publicar esta serie de artículos, pasé el filtro de buenos economistas que, además, son o han sido profesores en las mejores facultades de economía de nuestro país.
Así que, antes de explicar por qué también está «tezanizado» el resultado de las exportaciones de productos en términos reales, quiero aclarar un tema muy importante: la diferencia entre el deflactor del PIB y el IPC.
El deflactor del PIB es un índice económico que mide cómo han variado los precios de todos los bienes y servicios producidos en un país durante un periodo determinado. Sirve para eliminar el efecto de la inflación cuando se analiza el crecimiento económico. En otras palabras, permite saber si el aumento del Producto Interior Bruto se debe a que realmente se produce más o simplemente a que los precios han subido.
El exportaciones, por su parte, mide la variación de precios de una cesta fija de bienes y servicios de consumo de los hogares.
La diferencia clave es que el deflactor del PIB abarca todos los bienes y servicios producidos en la economía, incluyendo inversión empresarial y gasto público, y excluye importaciones, mientras que el IPC se calcula sobre una cesta de 198 productos.
Ahora bien, si alguien cree que la diferencia entre el IPC y el deflactor del PIB es enorme, es que no entiende nada. Con 198 productos en la cesta del IPC, si los cálculos son correctos, tenemos prácticamente un nivel de seguridad casi total. Por lo tanto, al descontar del PIB nominal el IPC, el margen de error es mínimo.
Ejemplo: si el PIB a precios corrientes crece un 1,25 % y el IPC del período es del 1,4 %, el PIB a precios constantes es negativo en un 0,15 %. Es decir, la economía, en términos reales, ha decrecido.
Otro caso: si la Formación Bruta de Capital (o inversión) a precios corrientes decrece un 0,11 % y el IPC es del 1,4 %, hay un decrecimiento en términos constantes del 1,5 %. Por lo tanto, no puede ser, y digo nunca, que la FBC crezca y mucho menos un 2,1 %. Se pongan Carlos Cuerpo y Elena Manzanera como se pongan.
Si al ministro de Economía no le gusta esta información, ya sabe lo que tiene que hacer: cesar a «Manzanera Potter» y poner a alguien serio y profesional al frente del INE. Porque, si mañana nuestro país tiene que ser intervenido por falseamiento de datos oficiales, él será el máximo responsable.
Ahora toca analizar lo que han hecho con las exportaciones de bienes, porque la «tezanización» de los datos ha llegado a límites insospechados. Vamos in crescendo en cada capítulo del PIB que abrimos y el melón está cada vez más pasado… y totalmente podrido.
Desde finales de 2023, las exportaciones de bienes han seguido una trayectoria que, sobre el papel, parece mucho menos negativa de lo que realmente indican las cifras si se ajustan de forma estándar por inflación. Entre el cuarto trimestre de 2023 y el segundo de 2025, el valor nominal de las exportaciones cayó un 3,4 % y, en términos reales, es decir, descontando el efecto de los precios, la caída fue del 1,7 %. Con una inflación del 5 % en el período deberíamos haber decrecido en un 6,7 %.
Trimestre a trimestre, los datos oficiales muestran un patrón llamativo. En la mayoría de los periodos, el crecimiento real publicado es más alto que el que resultaría de aplicar el IPC como deflactor. Así, en el primer trimestre de 2024, mientras el valor nominal bajaba un 1,07 % y el IPC era del 1,3 %, el dato real oficial apenas se movía, cuando el cálculo teórico apuntaba a una caída mucho mayor. Algo similar ocurrió en el segundo trimestre de ese año, donde el ajuste por IPC habría dejado el crecimiento real en negativo, pero la cifra publicada lo situó claramente en positivo.
Incluso en trimestres con caídas evidentes, como el tercero de 2024, la diferencia entre lo que dicen los datos oficiales y lo que resultaría de un ajuste estándar sigue presente, aunque más reducida. En el cuarto trimestre de 2024 y el primero de 2025, las cifras casi coinciden, pero en el segundo trimestre de 2025 la discrepancia vuelve a dispararse: el dato real publicado es más de tres puntos porcentuales superior al que arrojaría el cálculo teórico.
Sólo en lo que va de año 2025, el resultado oficial dice que las exportaciones de bienes en términos reales han decrecido un 2,75 %, cuando realmente deberían haber bajado un 3,79 %
El resultado es un relato estadístico que suaviza las caídas y, en algunos casos, convierte retrocesos en aparentes crecimientos. Este sesgo sistemático hacia cifras más favorables no parece fruto del azar y encaja con la misma lógica de «tezanización» que ya se ha detectado en otros capítulos del PIB. En definitiva, las exportaciones de bienes no han tenido el comportamiento que sugieren los datos oficiales y la distancia entre la realidad y la versión publicada crece en los momentos más delicados y sobre todo que más le interesa al Gobierno sostener el crecimiento modelo cohete, que a mí personalmente me gusta llamarle «cohete de feria».
Así, trimestre a trimestre, vemos que las cifras se maquillan como lo hace Pedro Sánchez en cada rueda de prensa, para intentar dar una imagen más agradable… aunque la realidad es diferente, ojeras, arrugas y una cara demacrada, fiel reflejo de la situación real de la economía.












