Zapatero y el Cartel de los Soles: ¿el abogado de un narcoestado?
José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que un día prometió “más talante” en la política española, ha terminado exportando ese talante a Caracas, donde ejerce —sin toga ni matrícula de colegio profesional— como el abogado más fiel de Nicolás Maduro. Si en su etapa en La Moncloa se le acusaba de ingenuo, hoy lo que despierta es otra sospecha más inquietante: ¿ingenuidad, afinidad ideológica… o complicidad calculada con un régimen señalado internacionalmente como un narcoestado?
El diplomático de los dictadores
Zapatero ha protagonizado escenas dignas de sainete. Cuando hasta el propio Grupo de Puebla, ese club de expresidentes de izquierda, se atreve tímidamente a reconocer el fraude electoral en Venezuela, él es el único que se niega a firmar el documento que exigía transparencia. ¡Zapatero, más chavista que los chavistas! Uno imagina a Maduro suspirando de alivio: “Menos mal que está Pepe para poner el hombro; los demás ya dudan demasiado”.
El expresidente español no aparece en Caracas como un observador imparcial, sino como un notario servil de una democracia de cartón piedra. Su papel recuerda a esos extras de teatro que, aunque nadie les aplauda, se aferran al escenario porque saben que su salida significaría admitir que nunca pintaron nada.
¿Talante o negocio?
Las preguntas se acumulan: ¿qué mueve a Zapatero a defender a un régimen señalado por la ONU, la OEA y hasta por la justicia norteamericana como cómplice del narcotráfico internacional?
¿Sintonía ideológica? Posible. Zapatero siempre fue un romántico del bolivarianismo, convencido de que el socialismo tropical podía exportarse a Europa como quien trae ron y cacao en la maleta.
¿Negocio político? Probable. La sombra de las “maletas de Delcy” todavía planea sobre Barajas, y la opacidad de los vínculos entre el chavismo y el PSOE sigue sin aclararse.
¿Vanidad personal? Seguramente. Hay expresidentes que se conforman con escribir memorias; Zapatero prefiere escribir la suya en clave de “salvador de dictadores”.
El Cartel de los Soles: un Estado mafioso con uniforme militar
Conviene recordar de qué hablamos cuando mencionamos al Cartel de los Soles. No se trata de un grupo marginal de narcos; es el propio Estado venezolano convertido en empresa criminal. Generales de las Fuerzas Armadas, altos funcionarios y líderes políticos operan como distribuidores de cocaína, oro ilegal y contrabando de combustible.
Maduro y Diosdado Cabello han sido acusados por el Departamento de Justicia de EE. UU. de liderar esta red criminal, con recompensas millonarias por su captura.
Investigaciones de InSight Crime describen cómo las instituciones venezolanas se transformaron en nodos de tráfico internacional de drogas, con ramificaciones en Colombia, México y hasta Europa.
Y, mientras tanto, Zapatero sonríe, viaja y legitima con su presencia a quienes el mundo civilizado trata como capos.
La ironía de un expresidente convertido en ujier
Aquí es donde la sátira se impone a la crónica: un expresidente español, que debería simbolizar la defensa de la democracia, convertido en ujier de una dictadura. Zapatero se ha transformado en esa figura tragicómica que aparece siempre para dar fe de que Maduro no está solo. Ni siquiera Ernesto Samper, con su historial manchado por el dinero del cartel de Cali, había llegado tan lejos en la defensa acrítica del chavismo.
La imagen es casi caricaturesca: mientras el Cartel de los Soles trafica cocaína en vuelos militares, Zapatero trafica legitimidad política en ruedas de prensa. Uno mueve droga, el otro mueve palabras. Pero ambos, al final, sirven al mismo régimen.
La herencia más amarga
Si Zapatero quería pasar a la historia como el presidente del “talante”, lo está logrando: ha demostrado talante suficiente para sonreír a dictadores, para justificar fraudes, para minimizar acusaciones de narcotráfico internacional.
El problema es que su legado ya no se mide en leyes sociales o políticas nacionales, sino en la sospecha de haber sido la correa de transmisión europea de un narcoestado. Y esa es una herencia que ningún maquillaje retórico, ni siquiera el más paciente de sus discursos en tono pausado, podrá borrar.












Gran Articulo…Fue siempre un Tonto Malo.
De ahi su apodo, Zapatonto, tonto si, pero forrado hasta las cejas como El Sr X y ahora PS, El Socialismo es muy rentable para sus lideres, otra cosa es el rastro de ruina que deja a su paso.