El deporte femenino en jaque: la trampa de la “inclusión” trans
El deporte femenino nació como una conquista histórica: un espacio para que las mujeres pudieran competir en igualdad de condiciones, tras décadas de exclusión y marginación. Hoy, esa conquista se ve amenazada por una narrativa que confunde inclusión con injusticia. La presencia de mujeres trans en el deporte femenino no es un avance, es un retroceso. Y decirlo no es transfobia, es sentido común.
La biología no se vota
Quienes defienden esta inclusión suelen repetir que las hormonas “nivelan” el terreno de juego. Es un argumento débil y engañoso. La ciencia es clara: pasar por la pubertad masculina deja huellas imborrables. Huesos más grandes, pulmones más amplios, mayor densidad ósea, mayor fuerza. Ninguna reducción de testosterona borra esas ventajas. Fingir lo contrario es negar la realidad biológica.
¿De verdad vamos a sacrificar la justicia competitiva en nombre de un discurso ideológico?
La paradoja de la igualdad
El deporte competitivo existe gracias a la separación por sexos. Si las mujeres tuvieran que competir siempre contra hombres, simplemente no tendrían opciones. Esa es la razón de la categoría femenina: garantizar oportunidades reales. Ahora, abrir esa categoría a personas con ventajas físicas derivadas de la pubertad masculina es traicionar el principio que dio origen al deporte femenino.
La paradoja es brutal: lo que se presenta como igualdad destruye la igualdad misma.
Las grandes perjudicadas: las mujeres
No es teoría, ya lo estamos viendo. Récords quebrados, medallas arrebatadas y atletas que pierden becas y puestos en equipos. Jóvenes que entrenan durante años para llegar a la élite se ven desplazadas por rivales que parten con ventaja estructural. Y cuando alzan la voz, se las silencia, acusándolas de intolerantes.
El resultado es perverso: mujeres calladas y marginadas en su propio espacio conquistado.
Inclusión, sí… pero no así
El respeto a la identidad trans es importante, pero no puede hacerse a costa de borrar a las mujeres. El deporte no puede convertirse en un laboratorio social donde la ideología pese más que la justicia. La solución no es sacrificar a las atletas femeninas, sino buscar alternativas: categorías abiertas, torneos mixtos o competiciones específicas. Lo que no puede ser es que el deporte femenino se convierta en un campo de juego desigual.












A ver LAS MUJERES CON MUJERES Y LOS HOMBRES CON HOMBRES Y NO HAY NADA MAS QUE HABLAR Y QUIEN NO ESTE DE ACUERDO ES SU PROBLEMA Y PUNTO SE ESTA DANDO MUCHA PUBLICIDAD A UNA CAUSA INJUSTIFICADA Y POR MUCHO QUE ESOS EXPERIMENTOS AVANCEN JAMAS SERAN REALIDAD
Madre mía me recuerda a las atletas olímpicas de la DDR. Alemania Oriental, pa los amigos.