Los viajes invisibles de los toreros: noches de carretera para cumplir con los meses más taurinos del año
En agosto, la temporada taurina hierve. Málaga, Bilbao, Gijón… las plazas se encienden casi a la vez, y los toreros viven un ritmo frenético que pocos alcanzan a imaginar. Entre un triunfo y el siguiente, no hay descanso: hay carretera, vuelos apresurados, noches sin dormir.
Estos viajes, hasta hace poco, eran totalmente desconocidos y casi ningún aficionado se imaginaba cómo eran. Pero las redes sociales han conseguido romper barreras en todos los sectores, también en el toreo. Muchos toreros muestran su día a día, aunque ha sido Juan Ortega quien ha conseguido enganchar a todos con un seguimiento casi de 24 horas en directo durante su temporada, retratando la otra cara de su profesión.
Un ejemplo de estos días: terminar en Málaga al caer la noche y, mientras la ciudad aún festeja su feria, subirse al coche rumbo a Bilbao, más de 950 kilómetros que separan dos de las plazas más importantes del verano. O acabar en Gijón, con una gran faena, y amanecer en Ciudad Real, persiguiendo el tiempo para que todo encaje, para que la faena vuelva a brillar con la misma pureza que la tarde anterior.
El espectador en el tendido raramente piensa en ello: que ese muletazo que emociona se sostiene también en noches de autopista, en descansos en el coche, en un equipo que acompaña y vela para que nada falle. Es el otro sacrificio del toreo, invisible pero imprescindible: la entrega total a una profesión que exige estar siempre a punto, sin importar la distancia ni las horas.
En este caso, Ortega lo muestra sin artificios. unos viajes que mantienen ala aficionado enganchado a la temporada, a una gran temporada que se va consumiendo marcada por los triunfos en los ruedos.
Agosto, con su maratón de ferias, es también la mejor radiografía de lo que significa ser torero: no solo enfrentarse al toro, sino también a la carretera y al cansancio. Porque ya lo dijo el maestro Antonio Ordoñez ‘para ser figura primero había que saber dormir en el coche de cuadrillas’.











