Sexo, drogas e inmigración

Los ex dirigentes socialistas Tito Berni con una meretriz y Taishet esnifando en una orgía. Todo pagado con dinero público.
Miguel Ángel Jiménez.- España vive un momento crítico. Incendios devastadores, crisis económicas, inmigración descontrolada, violaciones, agresiones, tensiones sociales y escándalos políticos convergen en un contexto que exige liderazgo firme y acción inmediata. Y, sin embargo, Pedro Sánchez parece mirar desde un balcón distante, mientras el país se quema a sus pies. Cada error percibido, cada demora en actuar, es un reflejo de un mandato que no existe.
Durante los peores días de los recientes incendios, Sánchez fue fotografiado de vacaciones. Las imágenes se difundieron en cuestión de horas y generaron indignación en redes sociales. Para muchos, la percepción fue clara: mientras España ardía literalmente, su presidente permanecía ajeno a la emergencia. Los ciudadanos se sintieron abandonados, y los medios no tardaron en señalar la desconexión entre la agenda del mandatario y los problemas reales que golpean al país. La inmigración es otro incendio que no paran de avivar. Los enfrentamientos de los ciudadanos con estos inadaptados son una realidad diaria ya en muchos municipios españoles.
La investigación de la UCO sobre altos cargos del PSOE añade otra capa de decepción. Aunque Sánchez no está imputado de momento, algunos de sus colaboradores ya van cayendo. Prostitutas, drogas y el reparto descarado de dinero son el modus operandi de ciertos colegas del presidente, según información difundida por diversos medios. La percepción de clientelismo también genera dudas razonables sobre la transparencia de su gestión. La ciudadanía exige ética, claridad y responsabilidad, no sólo declaraciones públicas. Cada polémica asociada a su partido erosiona la confianza en el liderazgo de quien debería ser el garante del Estado, ya solo apoyado por los de siempre.
El descontento se ha traducido en manifestaciones espontáneas y cánticos virales en eventos públicos, el ya famoso “Pedro Sánchez hijo de Puta” cantado en muchos actos este verano y nominado a canción del verano en redes. La demanda es clara: Pedro Sánchez debe asumir responsabilidad y dimitir. Otros políticos tienen la oportunidad de demostrar su valía frente a un vacío de liderazgo evidente; comparado con la crisis actual, actuar con eficacia y ética no parece un desafío imposible. La ciudadanía no busca discursos: exige decisiones, compromiso y resultados tangibles.
Cada retraso, cada error percibido, cada sombra de corrupción señala a España en el mundo. La legitimidad de Sánchez se sostiene más por cálculo político que por logros palpables. El tiempo corre, y el país no puede permitirse gestos vacíos ni promesas huecas. España necesita un liderazgo que enfrente la tormenta de frente, que se involucre en las crisis reales y que recupere la confianza de los ciudadanos.
Pedro Sánchez se encuentra en un momento decisivo: puede intentar conectar con la ciudadanía, algo poco probable, demostrar eficacia o arriesgarse a que su mandato quede recordado por la frustración, la improvisación y la pérdida de confianza. La historia política de España demuestra que los líderes se juzgan por sus decisiones en momentos de crisis, Pedro Sánchez no tomó ninguna decisión en ninguna de las crisis anteriores y todo apunta a qué seguirá así.












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No se quiso comprar el gobierno, al parecer. Esta demostrado.