Las bermudas… y los ombligos al aire
Edurne Uriarte.- Las bermudas masculinas han creado toda una polémica este verano, aquí y en otros medios. Eso sí, en los de derechas, que en el progresismo la crítica a la vestimenta es un tema casi tabú, por aquello del clasismo y del elitismo. Y, sin embargo, hay un llamativo silencio sobre la vestimenta femenina. De eso no habla nadie, ni de izquierdas ni de derechas, porque cuestionar atuendos femeninos te convierte en un machista que ataca la libertad de las mujeres para vestirse como les dé la gana.
De ahí que muchas exhiban con total impunidad modelitos inenarrables al lado de los cuales las bermudas de los hombres resultan hasta elegantes. Desde los ombligos al aire, pasando por los shorts que enseñan la mitad del culo y siguiendo por las camisetas y modelitos varios diseñados para exhibir las tetas casi en su totalidad. Se extrañan mis queridos colegas de columna aquí y en otros medios de que dejen entrar en algunos sitios a los hombres con las bermudas, pero más llamativo es que dejen entrar a algunas féminas. Puestos a competir en vulgaridad, quiero decir.
La diferencia es que a lo de ellos se le llama mal gusto, y a lo de ellas hasta lo llaman belleza, y, en todo caso, libertad. Por eso esta cuestión va más allá de las buenas maneras o de los tratados de elegancia. Es pura sociología, y bastante interesante. Y tiene consecuencias importantes para nosotras, porque en pleno siglo XXI, y tras haber hecho la revolución igualitaria, bastantes mujeres siguen vistiendo cual personajes de película erótica, y no solo para dar un paseo, ir a la playa o cenar con su pareja, sino también para acudir a trabajar.
Lo he escrito en alguno de mis libros. Las mujeres tenemos un importante problema de concepto con la ropa, que nos está causando notables dificultades en los ámbitos profesionales. Con esa incontenible tendencia a vestir para estar sexy y no para generar respeto profesional. Lo que en algunos casos es consecuencia de la presión ambiental, incluso de la imposición. Como ocurre con el conocido ejemplo de las presentadoras de ceñidos vestidos sin mangas al lado de trajeados y tapados presentadores, en un contraste casposo y que se reproduce en bastantes ámbitos de trabajo.
Y entiendo que mis colegas masculinos prefieran abstenerse de opinar sobre esto, que el tema es muy peligroso. Lo mismo te dicen que estás atacando la libertad de las mujeres, porque enseñar carne mientras tu compañero aparece sobriamente trajeado es una muestra de liberación. Y es cierto que en algún momento del pasado lo fue y lo sigue siendo en determinados lugares. Un acto de rebeldía frente a las imposiciones. Pienso en el hiyab, en el burka y en otras maneras de oprimir a las mujeres.
Pero, en sociedades avanzadas, tiene de rebeldía lo que puede tener un hombre que se presenta en la oficina luciendo músculo con ceñida camiseta de tirantes. Háganse una idea, porque este es el problema de concepto de las mujeres, y a diferencia de las bermudas, ataca en todas las estaciones del año. Ojalá fuera un simple problema de mal gusto.











