La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni

El Gobierno de Giorgia Meloni ha puesto en marcha un plan para limitar la presencia china en empresas italianas consideradas estratégicas, una medida que busca proteger la soberanía económica, garantizar la seguridad nacional y evitar fricciones con sus aliados atlánticos.

Según adelantó Bloomberg y confirmaron medios italianos como Il Giornale y Il Foglio, la medida afectará a compañías clave como Pirelli, Cdp Reti (accionista de Terna, Snam e Italgas) y Ansaldo Energia. En el caso de Pirelli, el Ejecutivo ya ha activado el golden power para reducir la influencia del gigante estatal chino Sinochem, principal accionista de la histórica empresa de neumáticos.

El plan de Meloni no es simbólico: Italia busca blindar sectores vitales como la energía, el transporte, la tecnología y las infraestructuras, áreas que en los últimos años han visto crecer la participación de capitales vinculados al Partido Comunista Chino. La estrategia está diseñada para reequilibrar el control accionarial, reforzar la seguridad nacional y alinearse con la política de contención a Pekín impulsada por Washington.

China ha reaccionado advirtiendo de que las inversiones bilaterales son «mutuamente beneficiosas» y que este tipo de decisiones podría dañar la cooperación. Sin embargo, en Roma la prioridad es clara: evitar que datos sensibles y tecnologías críticas acaben bajo influencia extranjera hostil.

En contraste, el Gobierno de Pedro Sánchez sigue la dirección opuesta. Como publicó recientemente El País, Moncloa ha incluido a Huawei —empresa vetada en Estados Unidos y en varios países europeos por sus vínculos con el régimen chino— en el Centro de Operaciones de Seguridad 5G (SOC 5G), el organismo público que supervisa la seguridad de las redes de nueva generación.

Aunque el Ministerio de Transformación Digital defiende que la participación de Huawei es «solo consultiva», la decisión choca con la postura de países como Alemania, Reino Unido, Suecia o Dinamarca, que han prohibido explícitamente a la compañía china participar en sus infraestructuras críticas.

Mientras Meloni refuerza el control soberano de sus sectores estratégicos, Sánchez permite que una firma señalada por Washington por riesgos de espionaje tenga presencia en el organismo que debe proteger las comunicaciones y sistemas de España. Una diferencia que marca no sólo la política industrial, sino también el lugar que cada país quiere ocupar en el tablero geopolítico.