La Eurocopa femenina le supuso pérdidas de 25 millones de euros a la UEFA mientras que la masculina dejó ganancias por más de 2.600 millones
La Eurocopa femenina de 2025 le supuso a la UEFA pérdidas por alrededor de 25 millones de euros. Al contrario, la edición masculina del torneo dejó beneficios por encima de los 2.600 millones de euros, según los informes económicos publicados por la propia UEFA y recopilados por diversos medios y plataformas de verificación.
El campeonato femenino, celebrado en Suiza en 2025, generó unos ingresos totales de 54 millones de euros, pero los costes de organización ascendieron a 79 millones, lo que dejó un déficit neto de 25 millones. Aunque la asistencia a los estadios fue alta y se alcanzaron cifras récord de audiencia televisiva, los ingresos por patrocinios, derechos audiovisuales y venta de entradas no lograron cubrir los gastos operativos.
En contraste, la Eurocopa masculina de 2024 generó ingresos brutos por valor de 2.805 millones de euros. Los beneficios netos, tras descontar gastos, superaron los 2.600 millones, según los datos de la propia UEFA. Esto convierte al torneo masculino en una de las principales fuentes de financiación del organismo, que redistribuye parte de estos ingresos entre federaciones, clubes y programas de desarrollo del fútbol base.
La diferencia abismal entre ambos torneos no refleja únicamente una cuestión de género, sino también factores de escala, infraestructura, alcance comercial y tradición. Las cifras muestran que, a día de hoy, el fútbol masculino sigue siendo el motor económico del fútbol europeo, aunque la UEFA ha reiterado en varias ocasiones su compromiso con el desarrollo del fútbol femenino a largo plazo.
Desde la UEFA insisten en que las inversiones en competiciones femeninas no deben medirse únicamente por su rentabilidad inmediata, sino por su impacto en la expansión, visibilidad y equidad del deporte. La organización ha aumentado paulatinamente su inversión en el fútbol femenino con el objetivo de mejorar su profesionalización y atractivo comercial, aunque aún queda un largo camino para alcanzar la sostenibilidad financiera que ya exhibe su contraparte masculina.











