Un inmigrante marroquí asesta cinco puñaladas a un joven por beber cerveza tras advertirle de que el alcohol es «haram» en el islam
Un inmigrante marroquí ha sido condenado a dos años de prisión firme por apuñalar en repetidas ocasiones a un compatriota con el que compartía una vivienda ocupada en la localidad francesa de Libourne. Además de la pena de cárcel, la sentencia impone su expulsión del territorio francés con una prohibición de reingreso durante una década, así como la inhabilitación para portar o poseer armas durante cinco años.
Los hechos ocurrieron en un contexto de tensión entre los ocupantes del inmueble, un piso de apenas 65 metros cuadrados donde convivían hasta 16 personas en condiciones precarias. El origen del conflicto fue aparentemente trivial: una discusión por la colocación de latas de cerveza en el frigorífico, ubicado en la habitación del agredido, quien declaró rechazar el alcohol por motivos religiosos.
El enfrentamiento escaló rápidamente hasta que el ahora condenado asestó cinco puñaladas a su compañero, hiriéndolo gravemente en diversas partes del cuerpo: cuello, espalda, cadera y antebrazos. Cuando llegaron los servicios de emergencia, encontraron a la víctima sentada en el suelo, cubierta de sangre. Las lesiones provocaron una incapacidad laboral total de 12 días. El agresor también presentó heridas, incluida una fractura nasal, por la que recibió seis días de baja médica.
Durante la vista oral, celebrada el jueves 24 de julio ante el Tribunal Penal de Libourne, el acusado, de 26 años, negó rotundamente los cargos: «Todo lo que he escuchado es falso», afirmó ante el tribunal y la víctima. Su abogado defensor argumentó que el episodio de violencia pudo haber sido provocado deliberadamente para forzar la salida del acusado del inmueble.
La defensa denunció las condiciones de hacinamiento extremo en el que vivían los residentes del piso, sin cocina ni comedor, lo que generaba constantes fricciones entre ellos. Según el letrado, el propietario —señalado por las autoridades como un casero habitual de zonas degradadas— podría haber manipulado la situación para desalojar a uno de los inquilinos y alquilar el espacio a más personas. La gendarmería mantiene una investigación abierta sobre este arrendador.
El tribunal, no obstante, valoró la gravedad del ataque con arma blanca y dictó una condena que combina el castigo penal con medidas de alejamiento territorial, al considerar al agresor un peligro potencial en el contexto de convivencia que caracteriza a estos entornos marginales.











