Mantenimiento coches eléctricos claves para alargar su vida útil
El auge de los coches eléctricos en España es innegable. Con el avance de la movilidad sostenible y el compromiso medioambiental cada vez más arraigado, miles de conductores optan por vehículos que prescinden del motor de combustión. No obstante, la transición energética no elimina la necesidad de un mantenimiento riguroso. Aunque los coches eléctricos tienen menos piezas móviles, ciertos componentes siguen requiriendo atención para asegurar un rendimiento óptimo y prolongar su vida útil.
El mantenimiento de un coche eléctrico no implica cambiar aceite ni revisar el embrague, pero sí implica un seguimiento meticuloso de otros sistemas esenciales. Comprender cuáles son esos elementos, cómo cuidarlos y con qué frecuencia revisarlos se ha convertido en una necesidad para quienes apuestan por este tipo de movilidad.
Menos piezas, más vigilancia electrónica
A diferencia de los vehículos tradicionales, los coches eléctricos presentan una arquitectura mecánica más sencilla. Esto se traduce en una reducción de averías relacionadas con elementos como el sistema de escape, la caja de cambios o el sistema de embrague, que directamente no existen en estos modelos. Sin embargo, esta simplificación técnica exige un mayor control del software, sensores y conexiones electrónicas.
Uno de los aspectos más relevantes es la batería, el corazón de todo coche eléctrico. Su estado de conservación incide directamente sobre la autonomía, la seguridad y el valor del vehículo a medio y largo plazo. En ese sentido, adoptar hábitos de conducción eficientes y evitar cargas completas constantes o descargas totales puede contribuir a mantener su rendimiento estable por más tiempo.
Según expertos en el sector, el mantenimiento coches eléctricos debe contemplar no solo revisiones periódicas de la batería, sino también la supervisión del sistema de refrigeración y de los conectores de carga.
Frenado regenerativo y desgaste de pastillas
Una de las tecnologías más características de los coches eléctricos es el sistema de frenado regenerativo. Este mecanismo permite que, al levantar el pie del acelerador, el coche desacelere aprovechando esa energía cinética para recargar parcialmente la batería.
Este sistema reduce notablemente el desgaste de las pastillas y discos de freno, ya que en muchos trayectos apenas se utiliza el freno convencional. Aun así, no significa que se pueda prescindir de su revisión. El sistema hidráulico, los líquidos asociados y el estado de los elementos de fricción deben verificarse periódicamente, sobre todo si el uso del vehículo se realiza en entornos urbanos con frenadas frecuentes.
Neumáticos y alineación: un punto crítico
El peso adicional que representa la batería en un coche eléctrico puede afectar el desgaste de los neumáticos. Por eso, es esencial revisar la presión y el equilibrado de forma más frecuente que en un coche con motor térmico. Una alineación incorrecta no solo compromete la estabilidad del vehículo, sino que también incrementa el consumo de energía.
Además, la entrega inmediata de par motor característica de estos vehículos, especialmente en modelos con gran aceleración, puede provocar un desgaste desigual si no se conduce de forma progresiva.
Líquido refrigerante y climatización
Aunque el motor eléctrico no genera el mismo calor que uno de combustión, el sistema de refrigeración sigue siendo imprescindible. Su función es mantener en condiciones óptimas no solo la batería, sino también otros componentes como el inversor o el cargador de a bordo.
También conviene prestar atención al sistema de climatización. Algunos modelos eléctricos emplean bombas de calor que requieren un mantenimiento específico, diferente al del aire acondicionado tradicional. La eficiencia del sistema de climatización puede incidir directamente en la autonomía, especialmente en invierno.
Actualizaciones de software y diagnósticos remotos
Uno de los aspectos más innovadores de los coches eléctricos es la posibilidad de realizar actualizaciones de software a distancia. Muchos fabricantes corrigen fallos, optimizan funciones o añaden nuevas prestaciones sin que el vehículo tenga que pasar por el taller.
No obstante, esto no exime de realizar diagnósticos periódicos. Las revisiones electrónicas permiten detectar posibles errores de comunicación entre módulos, deterioro de sensores o incidencias en los sistemas de seguridad activa. Un escaneo completo puede adelantarse a fallos que, de no resolverse, podrían afectar al rendimiento general del vehículo.
Filtros de habitáculo y componentes auxiliares
Aunque no cuenten con filtros de aceite ni aire del motor, los coches eléctricos mantienen otros elementos que requieren sustitución regular. El filtro del habitáculo, por ejemplo, es esencial para garantizar una buena calidad del aire interior y evitar la acumulación de partículas en el sistema de ventilación.
También hay que tener en cuenta componentes como los limpiaparabrisas, las luces o las cerraduras eléctricas. Su revisión se mantiene dentro del programa de mantenimiento, aunque con intervalos que suelen ser más prolongados.
Recomendaciones básicas para prolongar la vida del vehículo
Además de las revisiones técnicas, ciertos hábitos pueden marcar la diferencia en la durabilidad de un coche eléctrico. Estacionar en lugares con sombra, evitar cargas rápidas de forma constante o no dejar el vehículo totalmente descargado durante largos periodos son acciones que contribuyen a preservar el estado general del coche.
También es recomendable planificar las cargas para aprovechar las horas de menor demanda eléctrica y, si es posible, utilizar instalaciones con gestión inteligente de carga. Estas prácticas no solo benefician al vehículo, sino que también ayudan a reducir el impacto energético.
Menos visitas al taller, pero más especializadas
Uno de los beneficios más señalados de los coches eléctricos es la reducción en el número de visitas al taller. Sin embargo, cuando se requiere asistencia técnica, es fundamental acudir a profesionales cualificados. La alta tensión que manejan algunos sistemas exige protocolos de seguridad estrictos y formación específica.
No todos los talleres están preparados para intervenir en estos vehículos. Por ello, muchos fabricantes limitan el mantenimiento a su red oficial o a centros certificados, lo que también puede influir en los costes y en la garantía.











