Es nuestro Gobierno el que promueve el odio al inmigrante
Alejandro Espinosa Solana.- ¡Y después nos persigue por ello! Atraer y aceptar a decenas de miles de ciudadanos norteafricanos y subsaharianos indocumentados cada año que nada tienen que ver con nosotros, con nuestra forma de vida y de pensar, antagónicos, muchas veces delincuentes y no pocas, violadores… Fomentar su llegada y acallar cualquier oposición justificada con acusaciones de racismo, de extrema derecha o perseguirnos institucionalmente por supuestos delitos de odio… Regularizarlos, mantenerlos, y hacerlos dependientes con nuestro dinero público porque ni hablan nuestro idioma ni tienen ninguna cualificación … Ésa es una de las más maquiavélicas estrategias y manipulaciones de nuestro gobierno para mantenerse en el poder o recuperarlo de nuevo gracias a esos votos agradecidos cuando vaya perdiendo los de sus desengañados.
El resultado: nuestro caos social y paulatino declive económico. Robos, reyertas, agresiones, constantes algaradas en Cataluña, Levante, y partes de Andalucía, quema de contenedores, destrucción de mobiliario público, agresiones a los agentes de la autoridad y asalto a sus comisarías, incivismo, holgazanería subvencionada, degradación de nuestros barrios y ciudades, miedo e inseguridad, imposible convivencia… Un futuro gris e incierto, salvo si miramos a Francia para saber lo que nos espera: nuestros enemigos en nuestra propia casa, con nuestra nacionalidad, socavando nuestro país desde dentro y aprovechándose de un pasaporte y servicios públicos que jamás hubieran soñado en su país o en aquél del que huyeron sus padres.
Es lo que hemos vivido esta semana en Torre Pacheco tras la agresión por varios magrebíes a un anciano, y otra inmediatamente después en El Algar, ambas en Murcia. Su orgullo depredador ondeando la bandera marroquí tras cometer sus fechorías. Las protestas contra okupas argelinos en Sabadell y la Barceloneta; contra delincuentes magrebíes en Vélez Blanco (Almería); contra la violación a una joven en Alcalá de Henares por un maliense de 21 años acogido en un centro de inmigrantes para 2.000 africanos en una localidad de 200.000 habitantes. Constantes peleas de africanos o magrebíes: parque de la Ciutadella (Barcelona), barrio de El Carmen en Murcia o Aranda de Duero; agresiones de jóvenes marroquíes a la Policía en Torrevieja; agresiones sexuales y vandalismo de menas en las piscinas de Alhama (Murcia) y Hortaleza (Madrid), dos atropellados por tres franceses de origen magrebí en Lloret del Mar, …
Empujarnos a vivir con esas turbas bárbaras y violentas con la falsa excusa de la diversidad y la inclusión, sólo puede conducirnos a más conflictos sociales cada día. Quienes mal-gestionan la inmigración sólo en su propio beneficio electoral lo saben, pero siguen persiguiéndonos e intimidándonos por decirlo. Los voceros bien pagados del gobierno, y la propia RTVE, gestionada con dinero público, atribuían desde sus platós las protestas y el hartazgo de los ciudadanos en Torre Pacheco a radicales y a la extrema derecha … Hace muy poco el presentador de RTVE Javier Ruiz entrevistaba al criminólogo Samuel Vázquez y le pretendía convencer de que la delincuencia en España había descendido a partir de datos oficiales. La asociación que aquel policía preside siempre ha explicado que estadísticamente vale lo mismo un hurto en un supermercado que una violación en grupo: si descienden más los primeros de lo que suben las agresiones sexuales, ese recuento gubernamental intencionadamente diseñado, hace descender la ratio de criminalidad.
El jugoso recurso a la extrema derecha por parte de este gobierno y sus acólitos, sirve lo mismo para responder a sus múltiples casos de corrupción familiar, en el gobierno o en el partido, como para tratar de desmentir el evidente caos y degradación que se adueña de nuestras calles a manos de marroquíes y magrebíes inadaptados, violentos, hostiles e incívicos.
Existe un Programa de Atención Humanitaria del Gobierno aprobado en 2022 y prorrogado hasta 2026 sólo para quienes hayan «llegado a nuestro país de forma irregular, ya sea a través de las costas españolas o por acceso a Ceuta y Melilla», y que comprende amplios servicios de acogida, socio-sanitarios, traslados, atención en ciudades, subvenciones, … ¿Es que un ciudadano hispanoamericano que ha llegado a través de un aeropuerto con documentación, pero que excede su estancia más allá de su visado de turista, no merece esa atención humanitaria si se encuentra en situación precaria? ¿Es que en el planteamiento humanista de aquel Programa de Atención solo caben los africanos? ¿O es que este gobierno quiere instrumentalizar en su favor a extranjeros no cualificados que no hablan nuestro idioma y a los que convierte en dependientes, con la amenaza de que la derecha les quitará esos beneficios? Todo esto con procesos de regularización paralelos para posteriormente nacionalizarlos.
En marzo de este año, el ministro Grande-Marlaska aprobó el III Plan de Lucha contra los Delitos de Odio 2025-28, reforzando las unidades respectivas de Policía Nacional y Guardia Civil. Pero nadie habla del odio que determinados extranjeros profesan al infiel, al «colonialista europeo»: otra de sus muchas fantasías victimistas utilizadas como estrategia. La precariedad no justifica su delincuencia: los ‘menas’ rebeldes están confortablemente acogidos y mantenidos por las instituciones con nuestro dinero público. Los delincuentes reincidentes con más de 20 y hasta 50 detenciones, tampoco: ese resentimiento ancestral contra todo lo que no sean ellos mismos se les inculca desde niños y lo retroalimentan generación tras generación.
Si tuviéramos un gobierno honesto y responsable que gestionase la inmigración para el bien común en vez de en su propio beneficio, e hiciese una búsqueda proactiva de extranjeros afines que aportasen a nuestra sociedad, en vez de dejar entrar descontroladamente a indocumentados, delincuentes y violadores, los ciudadanos no viviríamos soliviantados. Ignoro si una solución pacífica y democrática es aún posible: hasta los yihadistas podrían represaliarnos si intentásemos poner orden en nuestra casa. Pero de lo que no me cabe duda es de que tenemos que juzgar a quienes tanta desgracia nos han traído con la mentira de la falsa solidaridad: por fraude de ley, prevaricación, inacción en materia de seguridad, administración desleal en asuntos públicos, por el Título XXIII del Libro II del Código Penal, …
*Alejandro Espinosa Solana es autor del libro: ‘Hacia una Europa Islamizada’











