La internacional progresista de la corrupción
Edurne Uriarte.- El populista mayor del Congreso, Gabriel Rufián, dijo este miércoles en el debate sobre corrupción que, mientras la derecha acepta la corrupción de los suyos, la izquierda castiga duramente a sus corruptos. Y lo decía mientras apoyaba de nuevo con entusiasmo la corrupción de la izquierda gobernante. Rufián, ya lo conocemos, tiene una jeta sin límites, pero lo peor de esa grosera mentira es que mucha gente se la ha creído, envuelta como está en la gran falsedad de la superioridad moral de la izquierda y en el argumentario de la amenaza de la ultraderecha. En ese contexto han coincidido estos días los abrazos corruptos de la izquierda española y la latinoamericana. Pedro con Yolanda, más Rufián y compañía, y Lula con Cristina, más todo el Grupo de Puebla.
Yolanda Díaz acudió al Congreso y se abrazó a Pedro Sánchez y a su corrupción justamente unas horas después del fallecimiento de su padre, dijo ella que en nombre de su padre. Es decir, que en nombre de su padre creyó necesario subir a la tribuna del Congreso a defender la corrupción de la izquierda. Exactamente igual que Lula da Silva unos días antes abrazando a la corrupta Cristina Kirchner en Buenos Aires y demostrando que la izquierda defiende la corrupción de los suyos con igual entusiasmo en todas partes, con la misma jeta que Rufián o Yolanda Díaz en el Congreso.
El abrazo de Lula a Cristina en su arresto domiciliario de Buenos Aires es un ataque gravísimo al Estado de derecho y a la democracia, y, sin embargo, ha pasado casi desapercibido. Porque la izquierda tiene patente de corso también para cuestionar a los tribunales y apoyar a sus corruptos. Cristina Kirchner ha sido condenada por haberse apropiado de nada menos que de 500 millones de dólares con su trama de corrupción. Pero es que las denuncias sobre esa trama y su escandaloso enriquecimiento han sido constantes en los medios argentinos durante muchos años. Y aun le quedan varios juicios pendientes, y es que el alcance de la trama es brutal.
Pero a Lula no le parece suficiente, en parte porque él mismo tiene mucho que ver con la corrupción progresista. No olvidemos que pasó varios meses en la cárcel condenado por corrupción y que su condena fue anulada por defectos de forma, y también que, cuando el Supremo decidió que el proceso contra él empezara de nuevo desde el principio, he aquí que los delitos habían prescrito, qué casualidad tan progresista. Y este presidente de una gran nación como Brasil no solo apoya a una corrupta, sino también la teoría peronista y progresista de que la condena a Cristina es lawfare. Puro intento de dinamitar la separación de poderes y el Estado de derecho para salvar a los corruptos de izquierdas.
Y lo mismo ha hecho el Grupo de Puebla, el de Zapatero, que ha apoyado con entusiasmo a la corrupta, como toda la izquierda española a Pedro Sánchez. Con la variación en España de que aquí se suman al abrazo todos los nacionalistas, también los de derechas, porque nuestra mayoría progresista de la corrupción es también una mayoría antiespañola. Todo les vale si sirve para la ruptura, sus negocios y sus privilegios. Se abrazan a lo que haga falta.












