La poca vergüenza de la izquierda: claman contra Feijóo por hablar de los prostíbulos de la familia de Sánchez los que aplauden el linchamiento de la familia de Ayuso
AD.- Hay una mentira que jamás hemos creído: la que exalta la presente época como la más tolerante, inclusiva y libre de la humanidad. Nunca hemos dado crédito a esa sandez. Todo lo contrario, desde siempre nos pareció que los ismos de moda nos estaban conduciendo a la peor de las tiranías, la del relativismo moral.
El militante progresista, ese que es capaz de declararse feminista y hacer la vista gorda con los prostíbulos de la familia de Sánchez, es probablemente el ejemplo más claro de doble moral de cuantos existen.
El progre es como aquel adolescente que se siente valiente desobedeciendo a sus padres. Sin embargo, es incapaz de cuestionar los mandatos del jefe del grupo o del matón del colegio. El progresista se rebela contra Occidente porque sabe, de manera consciente, que todavía somos una sociedad tolerante, y que de cierta manera estamos de su lado.
De hecho, el progresista medio no dudará un segundo en defecar a las puertas de una capilla católica, pero pedirá respeto para los musulmanes, aunque muchas de las creencias islámicas vayan contra varios de los dogmas que dice defender. Por ejemplo, la homosexualidad libre. El fallecido profesor Olavo de Carvalho acuñó una etiqueta para describirlos: imbéciles juveniles.
Pero vayamos al último ejercicio de prestidigitación moral de la izquierda amoral española: El pasado martes, 9 de julio, tuvo lugar en el Congreso de los Diputados un bronco pleno extraordinario en el que el tema central de las intervenciones fue la corrupción.
Como en otras sesiones, la crispación entre los diferentes partidos se palpaba en el ambiente y, además de las explicaciones que los miembros del Gobierno pidieron al presidente, también se produjeron nuevas acusaciones frente a Sánchez.
Uno de los momentos de más tensión en el hemiciclo se produjo cuando el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, lanzaba la siguiente pregunta al presidente: «¿De qué prostíbulos ha vivido usted?», refiriéndose a las saunas que regentaba el padre de Begoña Gómez y de las que, supuestamente, se habría beneficiado Sánchez.
«Ha sido partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución y ahora quiere usted ilegalizar su biografía», añadía también Feijóo. Tras estas acusaciones, la izquierda ha montado en cólera y puesto el grito en el cielo. Incluso han hecho que se plantee la cuesión sobre si el presidente del PP cruzó la línea o no al pronunciarse sobre un tema como este y, además, en cómo recibió Sánchez este señalamiento.
Ya hemos visto cómo lo que vale para el novio de Ayuso, no vale para el suegro proxeneta de Sánchez. Esto en español castizo se llama ‘ley del embudo’, en cuanto a lo que se juzga como adecuado o no dependiendo de la adscripción ideológica del acusador.
Hoy se debate mucho, hay mucho gemido, mucho sollozo en algunos rincones de la crónica política en España, en la prensa y en la política también, en la política profesional, por esa raya cruzada, dicen, raya roja, cruzada por Núñez Feijóo mentando las saunas de Sabiniano, como si no se hubiera hecho al revés. Y además no siendo cierto en las otras ocasiones con políticos del PP.
Se podía hablar de los negocios del novio de Díaz Ayuso, se podía colgar una lona gigante con la cara del hermano en un edificio de Madrid, pero los negocios de prostitución del suegro de Sánchez eran una cuestión privada. Y Feijóo deliberadamente quiso romper esa ley del embudo.
El Partido Popular ha seguido una estrategia pensada por su líder, sin achantarse ante las reacciones del Gobierno. Lo de Feijóo no fue un calentón de boca, ni creemos que los populares se vayan a arrugar ante los aspavientos de victimistas del PSOE.
Y aunque ya se sabe que la ley del embudo sanchista viene en establecer que se puede pactar con Bildu, pero no con Vox, exhibir desvergonzadamente la foto de Feijóo con un contrabandista de tabaco, pero no la de los puticlubs del suegro de Sánchez, o descargar contra la familia de Ayuso toda la fusilería monclovita, pero no contra la familia del todavía presidente, todo lo cual nos lleva a la triste conclusión de que estamos siendo gobernados por un presidente felón, miserable, enfermo y embustero, que se aferra al poder a costa de mancillar la dignidad de los españoles. Sánchez es un presidente, con algunos tics patológicos, que ha hecho del frentismo entre los españoles una de las claves para su supervivencia al frente del Gobierno. Lógico por consiguiente que Feijóo o cualquier otro prescindiera de los miramientos en su réplica al mayor traidor que registra la historia de España desde el reinado de Fernando VII.
Y ahora retrocedan en el tiempo e imaginen ustedes lo que esta misma basura progre estaría diciendo si Feijóo hubiese vivido en un inmueble supuestamente pagado con dinero de la prostitución.
Lo bueno (o lo malo, según se mire) de estos canallas es que sus permanentes contradicciones, unido a la elasticidad de sus magros principios, les hace ser bastante previsibles. Por eso son tan odiosos y despreciables.












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¿Cuándo se atreverá Feijóo a hablar sobre el Expediente Royuela?
Mi respeto a todo el equipo de Alerta Digital.
Esta mañana al ver mi comentario de ayer aceptado, me he dado cuenta de que no todo está podrido en España.
Lástima que seamos tan pocos y ellos tantos y tan perversos.
Gracias por estar ahí.