Que los demás no lo supiéramos
Si no lo sabían es porque se negaban a saberlo, y aún peor, su único objetivo durante todo este tiempo de atrás, desde aquella pantomima de espantada de Sánchez, no ha sido otro que ocultar la verdad e impedir que los demás lo pudiéramos saber. Hace justo un año de aquel sainete del encierro en la Moncloa del que salió con un único plan: amordazar, vituperar, perseguir y pretender convertir en delincuentes y apestados a todos cuantos intentaban dar a conocer la verdad y poner al descubierto la metástasis de corrupción que tiene invadido el organismo sanchista. De los pies a la cabeza.
Periodistas, jueces y Guardia Civil fueron puestos en la diana. Contra ellos se han disparado a discreción y de continuo injurias, descalificaciones e insultos iniciados en la propia presidencia del Gobierno, jaleados por los coros ministeriales y propalados por doquier por las bandadas sincronizadas de papagayos vocingleros bien cebados que se permitían incluso sacar manifiestos morales contra quienes se negaban a seguir la consigna y osaban replicar. El mantra, la carraca continua, era aquello de fango, mentira y bulo. El discurso se limitaba y concretaba en dogmatizar que todo era obra de la siniestra confabulación de la extrema derecha —lo que no son ellos y sus socios-cómplices, es fascismo del peor— con el poder judicial, los medios de comunicación y los investigadores policiales, con la UCO como primer señalado, para acabar con el maravilloso, impoluto y reluciente gobierno sanchista.
Y han mantenido e impuesto como doctrina durante meses y meses, y lo hubieran mantenido por años y por siempre si no se hubiera desplomado sobre ello y ellos el demoledor informe en el que los protagonistas, los últimos números dos del PSOE con su propia voz, con sus propios testimonios y su propia «confesión» hacían alarde de la caldera de detritus y corrupción, rebozados con prostitución, que escondía el entramado mafioso puesto en marcha desde el minuto uno del sanchismo, desde aquel 2014 en que, sin parar en mientes hasta pervertir la votación, auparon a su jefe Pedro Sánchez al poder en el partido.
Luego, tras el fallido pucherazo en Ferraz, la banda del Peugeot triunfó y, con la retoma del mando en Ferraz y el asalto al Gobierno, ascendió a los cielos. Desde entonces robando; desde entonces mintiendo, desde entonces imponiendo «su» ley y desde entonces insultándonos y amenazándonos a todos si se nos ocurría rechistar. o resistir.
De la foto de la banda ya solo queda él. En su bunker podrá llegar a creer que tiene salida. Pero no. El cerco se hará mayor cada día, el fuego no hará sino crecer, hasta en su alcoba. Los que aún permanecen a su lado se están empezando a dar cuenta de que no es que vaya a morir matando, sino que a lo que esta dispuesto es a matar a todos, a su propio partido, a la Nación y a lo que sea, con tal de salvarse él. Hasta en el PSOE, hecho a su imagen y semejanza, ya comienzan a caer en la cuenta, que es el PSOE o es él. Los dos juntos no pueden sobrevivir.











