No hay bastante ultra para tapar tanta cloaca
Edurne Uriarte.- El recurso a la supuesta amenaza ultra está alcanzando tintes patéticos en el discurso de la izquierda. Cuanta más corrupción, más Leire Díaz, Aldamas, Ábalos y compañía, más campañas del miedo hacia los bárbaros ultras que amenazan España y Europa. Hace unos días, un titular de portada de El País, glosado brillantemente por Luis Ventoso en estas páginas, resumía el estado grotesco del argumentario progresista. El titular alertaba sobre el pacto PP-Vox en Baleares y acusaba a Prohens de «asumir postulados ultras». ¿A qué peligrosos postulados ultras se refería? Pues a reconocer al español como lengua vehicular de una Comunidad Autónoma de España y a establecer mayores controles a la inmigración irregular. En otras palabras, que toda Europa es ultra por usar su lengua oficial en la enseñanza y por controlar la inmigración irregular.
No sé si la llegada de un nuevo director a El País corregirá el despliegue ultra de portadas y titulares, pero lo cierto es que el principal diario de la órbita socialista es un excelente exponente de la deriva propagandística del progresismo. El término ultra destaca un día sí y otro también en todo tipo de titulares, para dibujar un apocalipsis ultra en Europa, con peligrosos tipos que hablan de patria, civilización occidental, valores cristianos o de control de la inmigración, y ante los que el Gobierno español es presentado como el último baluarte de la defensa de la civilización progresista. Civilización que en España incluye a los nacionalistas más radicales y racistas de Europa y a orgullosos comunistas que defienden la criminal historia del comunismo. Pero que al parecer no forman parte de ninguna amenaza ultra, dado su apoyo a Pedro Sánchez, en la mentira, en el destrozo del Estado de derecho y en la corrupción.
La campaña ultra ha sido un eje fundamental de la propaganda gubernamental desde la llegada al poder de Pedro Sánchez, pero se ha intensificado en esta legislatura, sobre todo a medida que la degradación institucional y la corrupción han acorralado al Gobierno. Y para la campaña, sirve lo mismo denunciar los pactos entre PP y Vox, que escandalizarse por Trump, Milei, o la última elección presidencial en Polonia. La cuestión consiste en repetir ultra en cada discurso y en crear un estado de miedo colectivo hacia una inminente invasión bárbara de España que ya habría ocupado el resto de Europa y parte de América.
La campaña es semejante en toda Europa, con resultados catastróficos en bastantes casos para los objetivos socialistas. En España, tuvo cierta eficacia en las elecciones de 2023, incluso a pesar de la contradicción de hablar de ultras en compañía de comunistas y nacionalistas fanáticos. Pero se ha deslizado paulatinamente hacia el mero ridículo, a medida que la degradación institucional y la corrupción anegan al PSOE. Gritar ultra mientras conocemos las andanzas de Ábalos, de Leire, del fiscal general, del hermanísimo o de la catedrática Begoña, produce risa más que miedo. No hay bastante ultra para tapar tanta cloaca.











