‘Torrente en Ferraz’, ¡anímate Santiago!
Luís Ventoso.- El madrileño Santiago Segura es un triunfador hecho a sí mismo. Hijo de un obrero de Carabanchel, se ha convertido en el rey de la taquilla del cine español a puro pulso. No se alimenta de la teta de la subvención, a diferencia de tantos de sus colegas del club de los artistas «comprometidos», sino de la libre elección del público soberano. Tal vez por eso, Segura ha hecho la ruta de la gente cuerda: de joven coqueteó con la izquierda, pero hoy, con 59 años, dos hijas y personal a su cargo, se ha convertido en un liberal, una suerte de criptoderechista. El pasado febrero incluso se atrevió a mandar «a cagar» a la izquierda censora.
Dado el ojo comercial que gasta el avispado Segura, extraña que todavía no se haya puesto manos a la obra con la película que ya espera toda España: Torrente en Ferraz.
Santiago, si te lanzas, te vas a forrar. El taquillazo del año. Los sopranos, Juego de tronos y Breaking Bad son un muermo al lado de la descomposición chabacana del pedrolismo. Por solo un 0,05% de lo que vas a recaudar en taquilla, te regalo un posible argumento para Torrente en Ferraz:
José Luis Torrente ha sido expulsado de la policía por corrupto. Para ganarse la vida encuentra trabajo a comienzos de septiembre de 2016 como guardia de seguridad en el número 70 de Ferraz. Allí es testigo directo de cómo el líder intenta dar pucherazo electoral tras una cortina. Ante tan desacomplejada inmoralidad, Torrente comienza a cuestionarse si realmente él es tan golfo como piensa o en realidad hay gente bastante peor.
Con el paso de los años, Torrente descubre que él es un santo comparado con lo que ve en El Partido: mordidas en contratos públicos, ministros con lumis enchufadas en ministerios, nepotismo familiar del líder supremo, las andanzas de un pícaro fiscal, conseguidores, espionaje, cacerías de jueces, trolas a gogó… Espantado de lo que ha visto como segurata en Ferraz, Torrente decide retirarse a un apartado cenobio y pasar el resto de sus días meditando y orando cuan ascético eremita.
Falta el reparto, claro, pero eso es fácil, Santiago. Dado el tono de astracán, Torrente en Ferraz podría plantearse incluso como un homenaje póstumo al cine de Ozores. Este sería un posible plantel de actores:
-Andrés Pajares como Mi Persona, el líder que ni siente ni padece, capaz de clavársela a todas, todos y todes con tal de conservar «su Palacio».
-Fernando Esteso como el ministro maratoniano del amor, un entusiasta que no renunciaba a nada en ningún orden. Era el amigo del alma de Mi Persona y el que lo ayudó a trepar cuando fue defenestrado.
-José Mota como El Hermanísimo, un músico rusófilo enchufado por el dedazo supremo, un melómano que gasta un aire un poco esotérico, por no decir flipadillo.
-Belén Esteban como La Pichona, una intrépida mujer sin estudios, vástago de un empresario del vapor, que curiosamente logra convertirse en seudo primera dama y seudo catedrática honoraria.
-Kiko Matamoros como el cortador de troncos. Le lleva el maletín de los sobres al ministro y lo secunda en las giras lúdicas por los Paradores Nacionales.
-Cañita Brava como el número tres del partido, el señor Porcín, que está temblando porque los picoletos lo tienen ya bien calado.
-Florentino Fernández como el candidato socialista en Madrid, de discurso flamígero y prominente perímetro craneal.
-Carmen Machi en el papel estelar de La Fontanera, estrecha colaboradora de Porcín, el tres del partido. Cuando es pillada con el carrito del helado, La Fontanera asegura que se dedica a buscar mugre contra la Guardia Civil, que ha descubierto la corrupción de su partido, porque está «escribiendo un libro de investigación» (es uno de los mejores gags de la película).
-Buenafuente como el ministro de Justicia, un comisario político que persigue a los jueces.
-Pamela Anderson en el papel estelar de Jessi. Un cameo foráneo para encarnar a la profesional que conforta al ministro maratoniano del amor. Una geisha de pago que a la vez ejerce en el ministerio como supuesta oficinista sin llegar a pisarlo jamás.
-El Gran Wyoming como El Pericles del Bocho, político bilbaíno de entusiasmo partidista inversamente proporcional a su potencia neuronal.
-Bigote Arrocet como Víctor Desbarra, el barbado perejil de todas las salsas, conseguidor en varias tramas del partido.
-Rosario Flores como La Trianera, la encargada de las cuentas, que habiendo estudiado Medicina sabe tanto de Hacienda como de la caza de la foca en Laponia y que ha inventado un idioma propio, tan original que se sospecha que no lo entiende ni ella.
-Pepe Viyuela como El Fiscal Enmascarado, récord Guinnes de perversión jurídica para complacer al líder supremo, capaz de borrar sus guasaps de la guerra sucia política al tiempo que sonríe de manera jabonosa a la Guardia Civil que registra su despacho.
-José Sacristán como Cándido Togapsoe, veterano presidente del Tribunal que vela porque se incumpla la Constitución en cada una de sus decisiones.
-Y por último, en otro cameo foráneo, Britney Spears en el rol de Pily Happiness, portavoz de efigie de cemento armado, capaz de vender dos bulos al mismo tiempo, y lo contrario de ambos si así lo ordena el líder supremo.
En fin, un éxito, Santiago. Y es que este espectáculo político-circense se ha vuelto tan surrealista que empieza a desbordar al periodismo. Es carne de una de Torrente.











