Leire Díez: chapuzas a domicilio, razón Ferraz
Mayte Alcaraz.- A Cristina Narbona, presidenta del PSOE y a quien Pedro Sánchez debe el escaño de concejal por Madrid en 2011 cuando esta renunció a su puesto para marchase al Consejo de Seguridad Nuclear y corrió la lista, fue reñida el pasado miércoles en el Congreso porque se durmió en su escaño durante la sesión de control al Gobierno, dejando la linterna de su móvil activada. En ese rato de asueto y de descanso de Su Señoría, seguro que por su cabeza rondó su íntima relación con María Leire Díez Castro. De hecho, en los pasillos de la Cámara acababa de expresar su «absoluta sorpresa» por la actuación de su amiga añadiendo, cariacontecida, que «estoy muy disgustada al respecto». Si le hubieran preguntado a Isaura Leal por la fontanera de Ferraz, seguro que hubiera dicho algo parecido. Las tres eran muy cercanas, y sin esos contactos con dos escuderas de Pedro como Cristina e Isaura no se hubiera producido el ascenso de Leire en las cañerías socialistas. Isaura es una sanchista de primera hora que presidió la gestora madrileña, tras la defenestración de Tomás Gómez. Pero lo más importante es que es la mujer de José Manuel Serrano, exjefe de Gabinete de Sánchez, que terminó dirigiendo Correos –bueno, llevándolo a la bancarrota con 1.200 millones en números rojos– empresa pública en la que lady cloacas terminó ejerciendo de jefa de Relaciones Institucionales. Sin pegar un solo sello fue encaramada por Serrano a un puesto de responsabilidad en la compañía postal.
Pues a pesar de sus dos poderosas colegas, lady Cloacas es esa señora a quien casi nadie conoce en la calle Ferraz. Hay fotos de sus entradas y salidas para ver a Santos Cerdán, participó con denuedo en la campaña del partido en 2011 –de entonces datan los mensajes que Pedro le envío a la susodicha, publicados por El Debate– pero ahora es «esa señora de la que usted me habla». María Leire tiene un álbum de fotos que ya le gustaría a Koldo García. Con el jefe Sánchez, con la señora del jefe, Begoña, con Zapatero, con Iceta, con Patxi, con Ábalos. Pero todos reniegan de ella. Habla en nombre del PSOE, reclama información sensible sobre el jefe económico de la UCO, pide toda la metralla posible para neutralizar a los que han osado aplicar la ley al entorno de Moncloa, invoca a la Fiscalía, a la Abogacía del Estado, «a los de arriba», pero para Santos es una militante más que «no habla en nombre del PSOE».
Toda su vida dedicada a la política, pero ahora la exedil socialista ha decidido reinventarse y optar a cosechar el segundo Watergate de la historia del periodismo. Y lo va a hacer en forma de libro sobre el escándalo de los hidrocarburos con un método innovador; qué digo, revolucionario: ofrecer a sus «fuentes» –en general delincuentes encausados por la justicia o huidos a Dubái– el blanqueamiento de sus delitos con el concurso de fiscales –que pueden hasta viajar a demanda del chorizo–, cargos públicos y ministros. Y todo a cambio de casi nada: de buscar trapos sucios de los investigadores más reputados del mundo, los de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Leire no ha dado abasto: entre reuniones con Santos Cerdán en Ferraz y encuentros por videoconferencia o en un bar de Leganés con sus gargantas profunda, ha sido su vida un no parar.
Y viene de lejos esa hiperactividad. Licenciada en Ciencias Sociales e Información en la Universidad del País Vasco –su propio cupo vasco, en homenaje a Cerdán– entre 2011 y 2014 fue teniente de alcalde socialista en el municipio cántabro de Vega de Pas, aunque es vasca de nacimiento. Desde sus puestos de base se implicó a fondo para que Pedro Sánchez reconquistara Ferraz. De esa etapa no se han olvidado sus escándalos y sus malos modos en tierras cántabras. Su falta de delicadeza es conocida en su entorno. Cómo olvidar el «padrenuestro» que escribió contra Rajoy: «PP, nuestro, que estás en el Gobierno, sacrificado ha sido el país, venga a nosotros tu miseria moral, hágase tu repugnante fascismo, en nuestros cuerpos y en nuestras aulas, nos quitas el pan de cada día para cebar cerdos, y pretendes que te alabemos, nosotros jamás olvidaremos a los que nos ofenden, y caeremos en la tentación, de librarnos de vuestro mal. Amén -laico, eso sí». Insuperable.
Cuando su admirado líder echó con una moción de censura a Rajoy en 2018, súbitamente la camarada Leire pasó a trabajar en la empresa Enusa como responsable de Comunicación. Aunque su desconocimiento sobre el mercado del uranio era enciclopédico, entró a formar parte de una empresa cien por cien pública dedicada a esa materia. Allí cobró 107.830 euros entre octubre de 2018 y diciembre de 2021 hasta que la nueva Woodward de los hidrocarburos fue designada jefa de área de Relaciones Institucionales de Correos. Allí estaba Serrano, el marido de su amiga con los brazos y el sueldo público prestos a recibirla. En 2023 llegaría al cargo Pedro Saura: pocos meses después Leire sería desplazada a llevar el ámbito de la Filatelia y finalmente saldría de Correos en febrero de 2024.
En sus redes sociales, se define a sí misma como «teniente alcalde en Vega de Pas, socialista, periodista, articulista, feminista, cada vez con más ganas de decir las cosas como las siento». Se ve que lo que sentía cuando convocaba reuniones para destruir a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado era una necesidad imperiosa de lavar las porquerías de su ídolo. De cenas con Begoña, dando estopa a Page, a Lambán, al PP, a Vox… Nada se le escapaba a Díez, la mujer de Santos Cerdán para todo, a la que encargaba asuntos privados y turbios. Que había que montar una videoconferencia con un perseguido por la Justicia afincado en Dubái para que desembuchara contra fiscales y guardias civiles, se monta. Que conviene una cita con un mando imputado, Rubén Villalba, en un bar de Leganés para acabar con las investigaciones policiales que cercan al presidente prometiéndole impunidad, pues no se hable más. Hasta le prometió al investigado en la trama Koldo, el citado Villalba, que intercedería con Marlaska para que no le retiraran la medalla al exportero de casa de citas. Un portento esta Leire.
Le gustaban tanto las reuniones que, hace unos meses, se citó con un periodista de El Confidencial en la calle de Rosales para negar a ese medio que en sus andanzas estuviera mandatada por Ferraz, y al encuentro llegó procedente de Ferraz y a Ferraz volvió cuando acabó la entrevista con el compañero. Leire, ese cruce de Pepe Gotera y Otilio y la mafia calabresa, es pura fantasía. Y los que la dejaron suelta en las alcantarillas, los responsables del delito.












