El Lazarillo de Tormes
He aprovechado estos días de catarro para leer algunas cosas y oír otras en youtube, entre ellas varias interpretaciones sobre el Lazarillo de Tormes, del que escribí algo en Hegemonía española y comienzo de la Era Europea. Su primera publicación es de los años 50 del XVI, aunque pudo haber sido escrita bastante antes. Realmente suena a paradoja que en aquella época una gran obra literaria como esta tenga por tema las constantes adversidades e irónicas venturas de un pobre muchacho sin grandes ánimos en una sórdida vida de criado y mendigo, rodeada de amos igualmente sórdidos. Paradójica en cuanto que por entonces tan numerosos españoles protagonizaban aventuras y hazañas de audacia, dramatismo y sacrificio casi inverosímiles, cruzando océanos, descubriendo medio mundo, conquistando grandes reinos, conteniendo el ímpetu otomano y protestante… Quizá habrían requerido un Homero, si los homeros se prodigasen; menos cuando el espíritu cristiano repele un tanto la épica-trágica pagana.
Como es sabido, El Lazarillo es obra extraordinariamente compleja e intencionada bajo su aparente sencillez. Al respecto me han parecido muy sugestivos varios comentarios de Rosa Navarro, que atribuye la autoría a Alfonso de Valdés, aunque este falleciera bastante antes de su primera edición conocida, por lo que la obra habría permanecido impublicada muchos años. El carácter anticlerical de la obra no precisa ponderación: los peores y más repulsivo amos de Lázaro son clérigos, y Navarro da pistas, en dos de ellos, sobre la pederastia de uno insinuada mediante el tópico del calzado, y sobre las prácticas criptojudaicas de otro. La comentarista entiende la obra, al menos en parte, como denuncia de corrupción clerical desde el propio catolicismo.
Como señala también Rosa Navarro, no cabe entender la novela, según se suele, como comienzo de la picaresca. El pícaro es un truhán o un delincuente que vive de la trampa y el engaño, pero el lazarillo no tiene nada de eso, es más bien la víctima de los truhanes, en especial los disfrazados con sotana. Es pobre y buena persona, niño-adolescente- joven que no sale ni se propone o plantea el medio de salir de una vida ruin, que debe recurrir a astucias muy justificadas para sobrevivir, y que culmina con cierta prosperidad, aun al coste de unos cuernos.
Que de una historia en apariencia trivial y lamentable haya podido salir una obra maestra, susceptible de tantas interpretaciones y claves, revela el poder de la gran literatura para reflejar con fuerza la condición humana, tan evanescente. Su autor, sea quien haya sido, no fue desde luego una figura menor en la historia de la novela.










