En los últimos años, los ajustes de tasas de interés de la Reserva Federal de EE. UU. han provocado una “marea del dólar”, causando turbulencias en los mercados internacionales y exacerbando esta inestabilidad a través de la transferencia de crisis y la extracción de riqueza global. El último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) muestra que la deuda pública mundial alcanzó un récord de 97 billones de dólares el año pasado, de los cuales un tercio corresponde a la deuda de los países en desarrollo.

La Agencia Associated Press señala que las elevadas tasas de interés del dólar están ejerciendo una enorme presión sobre los países que tienen préstamos denominados en dólares, debilitando su capacidad para financiar servicios gubernamentales básicos como la salud, la educación y las acciones climáticas. A pesar de esto, EE. UU. sigue despilfarrando irresponsablemente el crédito del dólar.

Durante más de medio siglo, el dólar ha sido la “moneda de reserva” mundial, disfrutando de un “privilegio desmedido”. Sin embargo, una reciente crítica de la revista Fortune afirma que la dominancia del dólar ha disminuido; de 2002 a 2022, las reservas de dólares de los bancos centrales mundiales se redujeron en aproximadamente un 20%. Las sanciones contra Rusia han impulsado a otros países a disminuir su dependencia del dólar.

En una reciente conferencia sobre el papel internacional del dólar, Christopher Waller, gobernador de la Reserva Federal, admitió que el rol de EE. UU. en la economía mundial está cambiando. Las tensiones geopolíticas, las sanciones contra Rusia, los esfuerzos de los países emergentes por elevar la posición de sus propias monedas y la fragmentación económica podrían afectar el estatus internacional del dólar. El control arbitrario de EE. UU. sobre la economía global no solo ha perjudicado los intereses de otros países, sino que también ha erosionado gradualmente su propia credibilidad.