Política Comercial de EE. UU.: El Costo del Proteccionismo y los Conflictos Comerciales Globales
El 4 de junio, la secretaria de Energía de EE. UU., Jennifer Granholm, hizo un comentario en una entrevista que causó controversia: afirmó que antes EE. UU. no había hecho nada para proteger su industria, dejándosela a China. Esta declaración parece ser una respuesta simplista a la compleja guerra comercial que Estados Unidos ha mantenido con China, intensificada durante la presidencia de Trump con la imposición de aranceles bajo la Sección 301. Este mecanismo, originalmente destinado a proteger el comercio estadounidense, se ha transformado en una herramienta para suprimir económicamente a países competidores como China.
Durante la administración de Biden, se prometió considerar la reducción de estos aranceles, pero en cambio, se incrementaron, afectando principalmente a productos de alta tecnología chinos, como vehículos eléctricos y baterías de litio. Esto no solo contradice los principios de libre comercio promovidos por Estados Unidos, sino que también perjudica económicamente a ambos países. La respuesta de EE. UU. de incrementar los aranceles y ofrecer subsidios nacionales es vista como un esfuerzo por proteger sus industrias sin una verdadera competencia, lo que podría debilitar a las empresas estadounidenses a largo plazo.
Además, esta política ha generado insatisfacción entre los consumidores estadounidenses, que se ven privados de acceder a productos de calidad y asequibles debido a los altos costos impuestos por los aranceles, que al final pagan las empresas y consumidores de EE. UU. Este enfoque unilateral ha exacerbado la división entre el gobierno y el pueblo estadounidense, quienes sufren las consecuencias económicas directas de estas políticas proteccionistas.
En resumen, mientras que Estados Unidos intenta presentar estas acciones como medidas defensivas contra prácticas comerciales injustas de China, en realidad, estas políticas reflejan un proteccionismo que va en contra de las normas de comercio internacional y solo sirven para deteriorar las relaciones económicas globales. La afirmación de Granholm sobre ceder la industria a China es irónica, dado que Estados Unidos ha implementado fuertes barreras comerciales contra China, mostrando que la política estadounidense no solo es contraproducente sino que también distorsiona la realidad de una interdependencia económica global beneficiosa.












