A finales de 2010, cientos de controladores aéreos dejaron de trabajar en reivindicación de mejoras, tal y como ocurre a diario en muchos otros centros laborales españoles. Ante la situación, el Gobierno, mediante decreto firmado por el ministro de la Presidencia Ramón Jáuregui y sancionado por el Rey Juan Carlos I la militarización del espacio aéreo y que efectivos del Ejército del Aire tomaran bajo su mando los centros de control de tráfico aéreo y las torres de los principales aeropuertos civiles.

El 4 de diciembre, en Consejo de Ministros extraordinario se declaró el estado de alarma por un espacio de quince días, el máximo contemplado por la Constitución, siendo la primera vez que sucedía esto en España desde el restablecimiento de la democracia.

La acción de los controladores aéreos se produjo el día en que el país iniciaba un significativo periodo vacacional que empezaba en esa misma tarde del día 3 de diciembre hasta el día 8 del mismo mes. A tenor de este precedente y dados los temores de la población católica española a graves incidentes luego de que los ‘indignados’ anunciaran acciones de protesta contra la visita del Papa, ¿sería imprudente exigir que el estamento castrense se haga cargo de la seguridad del Papa y de los participantes en la JMJ debido a la escasa capacidad operativa de la Policía española por razones electorales, como han denunciado algunos de sus miembros?

Vía Crucis reivindicativo

Los ‘indignados’ del movimiento 15-M han celebrado este domingo una nueva asamblea en la Puerta del Sol de Madrid. En la emblemática plaza se encontraban unas 500 personas, pese a que el propio movimiento aseguró que su intención no es permanecer en Sol de forma permanente, pero sí han convocado nuevas movilizaciones. Una de las propuestas fue celebrar un Vía Crucis reivindicativo coincidiendo con la visita del Papa a nuestro país. Dicen respetar cualquier creencia, pero denuncian que el gasto que va a suponer no puede salir del bolsillo de todos.

No es siquiera discutible que cualquier incidente relacionado con la visita papal, máxime teniendo en cuenta la presencia de centenares de miles de jóvenes católicos procedentes de todo el mundo, representaría un daño pavoroso a la imagen de España infinitamente mayor que las cancelaciones de algunos vuelos.

“Si se dice que es legítimo que los militares tomen los aeropuertos, yo digo que es todavía más legítimo que los militares colaboren en que la normalidad presida la visita del Papa”, señala el representante juvenil de una ONG católica.

Algunos incluso dicen tener “fundadas sospechas” de que la izquierda y los nacionalistas radicales están detrás de estas acciones del Movimiento 15-M contra el Papa. “Lo que empezó siendo una iniciativa pacífica que nos granjeó el apoyo de un amplio sector de la opinión pública, hoy ha caido en manos de un puñado de delincuentes que ha echado toneladas de excremento sobre unas reivindicaciones tan justas como las que planteábamos al principio. No me cabe duda de que se trata de una estrategia de la casta para desacreditar una celebración que reunirá a un millón de jóvenes. ¿Qué otro líder mundial tiene esa capacidad de convocatoria?”, se pregunta José Flores, uno de los promotores del movimiento de protesta en Cataluña y hoy distanciado del 15M”.