La rebelión de Prigozhin: ¿Una operación psicológica rusa?
Wayan.- La gran noticia mediática de la semana pasada fue la “rebelión armada dirigida por Prigozhin” y su “marcha por la justicia hacia Moscú”. Una historia increíble que ha gustado a los medios de comunicación de todo el mundo. Un giro más en la historia mediática ya llena de giros y vueltas que es “la invasión de Ucrania por Rusia”.
Durante unos días se desataron las especulaciones sobre el por qué y el para quién de esta rebelión totalmente suicida de Prigozhin. ¿Un golpe de locura megalómana, su corrupción por parte de Occidente, una ira negra e incontrolable contra Shoigú? Especulaciones para las que no tenemos respuesta.
Pero en este diluvio de hipótesis, una no ha sido estudiada y sin embargo, según mi lógica, corresponde mejor a los hechos observados, a la locura del guión y a las intenciones de los guionistas: ¿Y si esta repentina e inoportuna rebelión armada hubiera sido una operación psicológica dirigida por el gobierno ruso y protagonizada por la pareja de actores Putin/Prigozhin?
Expliquemos ahora esta hipótesis comenzando por retroceder en el tiempo unas semanas, hasta la captura de Bakhmut por parte de Wagner, el ejército de mercenarios dirigido por Prigozhin.
Recordemos que en ese momento se produjo un melodrama similar, en menor escala, cuando Prigozhin, a través de las redes sociales, maldijo al ejército ruso por no proporcionarle las armas y el apoyo logístico suficientes, amenazando con dejarlo todo.
Paradójicamente, esta historia sucedió en el mismo momento en que Wagner estaba en proceso de tomar los últimos barrios resistentes de Bhakmut.
Para entender mi lógica, debemos recordar dos cosas:
El objetivo actual del ejército ruso no es tomar terreno en Ucrania sino “desmilitarizar el país”, es decir infligir la máxima pérdida de vidas humanas y materiales a los ucranianos. Una vez hecha la “desmilitarización”, ganar terreno será pan comido. Esta desmilitarización permite sobre todo que esta tierra ya no sea tomada y ocupada por incesantes y dolorosos ataques y contraataques. En Bakhmut, Prigozhin lanzó unos ataques verbales contra el ejército ruso cuando los ucranianos comenzaron a perder la esperanza de mantener la ciudad y retirarse. Ver a Wagner en problemas les dio un nuevo impulso y enviaron a unos miles de hombres más a la “picadora de carne” que era Bakhmut. Ganancia neta para los rusos.
Desde el inicio de su “Operación Militar Especial”, el gobierno ruso emitió un decreto condenando a prisión a cualquiera que criticara o buscara desestabilizar al ejército ruso. Sin embargo, Prigozhin pudo hacerlo públicamente sin enfrentar ningún castigo, ni siquiera un reglazo en los dedos. Sabemos, sin embargo, que Putin puede ser muy duro cuando es necesario. Esta “debilidad” por parte del gobierno ruso incluso cuando Shoigú se vio públicamente atacado es por lo tanto, extremadamente sorprendente. En un escenario de “vida real”, Prigozhin ya debería haber sido apartado en el episodio de Bakhmut, de una forma u otra, especialmente porque el jefe de Wagner no es esencial en esta “Operación militar especial”. Kadyrov, el gran jefe del ejército checheno está listo para reemplazarlo, como ya lo ha propuesto muchas veces.
Volvamos ahora a la “tragedia bufa” rusa de ese fin de semana y tengamos en cuenta que tiene lugar con el mismo “timing” de Bakhmut. La contraofensiva ucraniana se tambalea y comienzan a surgir rumores de una retirada estratégica a pesar de la urgente necesidad de una victoria ucraniana. Es decir, para los rusos, eso significa pasar de una “tasa de desmilitarización” que va de 800-1000 bajas ucranianas por día a unas pocas decenas por día. Esto último no es realmente interesante para los rusos. Por lo tanto, es necesario restaurar el ardor bélico en el ejército ucraniano. Cualquier combatiente sabe que percibir el debilitamiento del oponente reavivirá su ardor por la lucha. Entonces Prigozhin, que en Bakmut ya había demostrado ser tan buen actor como Zelensky, entra en escena y declara que el ejército ruso está mintiendo, que sus pérdidas están totalmente subestimadas, que la disensión interna conducirá a la derrota de Rusia, que el comandante en jefe es un incompetente o un traidor, etc, etc… Juega muy duro y lo suelta todo a la vez, de manera que el guión sea más convincente e impresione a las mentes, y pasa a la acción.
“Invasión de Rostov del Don”, “toma del cuartel militar”, “marcha sobre Moscú”, sin derramar una gota de sangre: todo meticulosamente relatado en Twitter donde la cara de chiflado de Prigozhin aparece constantemente, como el joker loco. Al ver estas escenas, nos decimos que el director de esta película obviamente tenía pocos medios pero sí el sentido del melodrama.
Entonces, para darle aún más consistencia a la historia, el propio Putin entra en juego y hace un discurso marcial pero sin acusar directamente a Prigozhin ni pronunciar su nombre una sola vez. Y es que para un personaje moral como Putin, la mentira tiene sus límites.
Ahí nos decimos: “¡Caramba, estos juegan duro, esto demasiado gordo!”. Pues no. Como dice el refrán, que muchas veces resulta ser cierto: “cuanto más grande, mejor cuela”. Y cuela.
Inmediatamente Ucrania, queriendo aprovechar este extraordinario golpe de suerte imperdible, relanza su contraofensiva, al sur, al este, al norte, en todas direcciones, “echando el resto” porque “es ahora o nunca”.
Resultado: otros miles más de ucranianos enviados al matadero. De hecho, la famosa contraofensiva tan anunciada (“la madre de todas las contraofensivas”) se ha convertido en un fracaso estrepitoso.
Luego, como en toda novela, encontrar un buen final es difícil. Entonces entra en escena un extra, el buen Lukashenko que nos garantiza que “bien está lo que bien acaba”.
- Se las arregla para calmar al feroz Prigozhin, le ofrece alojamiento y comida mientras las cosas se calman y, increíblemente magnánimo a pesar de la escandalosa ofensa, Putin perdona a Prigozhin porque “respetamos su hazaña en Artyomovsk (Bakhmut)”. Ahí nos decimos que “de todos modos, el final es un poco “tirado por los pelos”, mal armado”. Pero no, cuando un espectador se ve atrapado en una historia, llega a confundir historia y realidad. Y ha funcionado, todos creen en esta operación psicológica, incluso los analistas alternativos que se estremecen ante la “debilidad del estado ruso”.
Es cierto que la única duda frente a esta hipótesis es: “¿Por qué Putin comprometería la credibilidad de su gobierno en una historia como esta?”. Es cierto que Putin y Shoigú se habrán visto débiles durante 48 horas. Pero la situación ya se está revirtiendo con la narrativa de que “Putin cambió el rumbo a su favor sin derramar una sola gota de sangre”, ofrecida al pueblo ruso y a los aliados de Rusia.
Los créditos finales aún no están terminados mientras escribo estas líneas, pero al fondo va surgiendo una escena: Zelensky, con la mirada vuelta hacia Bielorrusia, la frontera norte de Ucrania, dese donde la figura loca y salvaje de Prigozhin lo está observando dispuesto a morderlo, mientras que él está muy ocupado en el este y el sur. Otra pesadilla para Zelensky cuyas noches ya deben ser muy largas y atormentadas.
Bueno, mi hipótesis vale tanto como otra cualquiera, pero como no la he leído por ningún lado, pensé que podría interesar, principalmente porque le da lógica a las acciones del gobierno ruso y sentido estratégico a una historia que no lo tenía.
https://lesakerfrancophone.fr/la-rebellion-de-prigojine-ne-serait-elle-pas-une-psyop-russe












La rebelión de Evgueni Prigozhin
por Thierry Meyssan
A pesar de los innumerables comentarios de la prensa occidental en ese sentido, Evgueni Prigozhin nunca quiso dar un golpe de Estado contra el presidente ruso Vladimir Putin. Quizás quiso, eso sí, chantajearlo para conservar los privilegios que él mismo ha acumulado desde que creó su firma de seguridad privada. Pero acabó volviendo a la razón y reincorporándose a su función.
https://www.voltairenet.org/article219543.html
Siempre hay muchos factores a tener en cuenta. Este es uno más que seguro influyó en los hechos.
Para mí también tiene cierta importancia la situación material de los mercenarios, siempre en primera línea y que seguro que buscaban mejorar sus condiciones “laborales”. Otras “resolución” del problema fue la integración de los mercenarios de Wagner en el ejército profesional.
trabaja usted en el frente?
O está en el sillón cobrando un sueldo de funcionario del Estado español?
Este, la conchuda de la srta Olona le comio tremenda toda la poronga pocha al gorilon ruso y a este se le fue la neurona que le quedaba después de que le cagara la dicha moscarda, viste loco. Esa es mi opinión.
Desde donde está ahora Prighozin hasta Kiev hay, poco más o menos, 100 kilómetros. ¿Tendrán Zelensky y la Otan fuerzas suficientes para contener un frente más?