La pobreza energética ha llegado ya a millones de hogares europeos.

Pepe Escobar*.- A medida que la integración euroasiática se convierta en un vector aún más fuerte, la diplomacia rusa irá consolidando la nueva normalidad.

Dmitri Medvédev, disfrutando de su desenfado, ha establecido la ley sobre la Operación Militar Especial (OEM). Sin rodeos, ha afirmado que hay un escenario “uno y medio”: o llegar hasta el final, o un golpe de estado militar en Ucrania seguido de la admisión de lo inevitable. No hay tertium que valga.

Eso es lo más crudo que se puede decir: los dirigentes de Moscú están dejando muy claro, ante las audiencias internas e internacionales, que el nuevo trato consiste en cocinar lentamente el tinglado de Kiev dentro de una caldera masiva mientras se pule su condición de agujero negro financiero para el Occidente colectivo. Hasta llegar al punto de ebullición, que será una revolución o un putsch.

Paralelamente, los Señores de la Guerra (Proxy) continuarán con su propia estrategia, que consiste en saquear a una Europa debilitada y temerosa, para luego vestirla como una colonia perfumada para ser explotada despiadadamente hasta la saciedad por la oligarquía imperial.

Europa es ahora un tren desbocado sin los valores de producción requeridos en Hollywood. Suponiendo que no se desvíe del camino -una propuesta arriesgada-, puede llegar a una estación de tren llamada Agenda 2030, La Gran Narrativa, o alguna otra denominación de la OTAN/Davos del momento.

Tal y como están las cosas, lo que llama la atención es cómo la “marginal” economía rusa apenas ha sudado para “acabar con la abundancia” de la región más rica del planeta.

Moscú ni siquiera contempla la idea de negociar con Bruselas porque no hay nada que negociar -considerando que los enclenques eurócratas sólo serán expulsados de su estado zombificado cuando las nefastas consecuencias socioeconómicas del “fin de la abundancia” se traduzcan finalmente en campesinos con horcas vagando por el continente.

Puede que falten eones, pero inevitablemente el italiano, el alemán o el francés medio conectarán los puntos y se darán cuenta de que son sus propios “líderes” -nulidades nacionales y eurócratas en su mayoría no elegidos- los que están pavimentando su camino hacia la pobreza.

Serán pobres. Y te gustará. Porque todos estamos apoyando la libertad de los neonazis ucranianos. Esto lleva el concepto de “Europa multicultural” a un nivel completamente nuevo.

El tren desbocado, por supuesto, puede desviarse de la vía y precipitarse a un abismo alpino. En este caso, algo podría salvarse de los escombros, y la “reconstrucción” podría estar a la vista. ¿Pero reconstruir qué?

Europa siempre podría reconstruir un nuevo Reich (que se derrumbó de golpe en 1945); un Reich blando (erigido al final de la Segunda Guerra Mundial); o romper con sus fracasos pasados, cantar “I’m Free” – y conectar con Eurasia. No apuestes por ello.

La OEM puede estar a punto de cambiar radicalmente, algo que hará que los ya despistados habitantes de Think Tankland y sus vasallos europeos se vuelvan aún más locos.

El Presidente Putin y el Ministro de Defensa Shoigu han estado dando serios indicios de que el único camino para el dial del dolor es hacia arriba – considerando la creciente evidencia de terrorismo dentro del territorio ruso; el vil asesinato de Darya Dugina; el incesante bombardeo de civiles en las regiones fronterizas; los ataques a Crimea; el uso de armas químicas; y el bombardeo de la planta de energía de Zaporizhzhya aumentando el riesgo de una catástrofe nuclear.

El pasado martes, un día antes de que el OMU cumpla seis meses, el representante permanente de Crimea ante el Kremlin, Georgy Muradov, lo dejó claro.

Subrayó la necesidad de “reintegrar todas las tierras taurinas” -Crimea, el norte del Mar Negro y el Mar de Azov- en una sola entidad tan pronto como “en los próximos meses”. Definió este proceso como “objetivo y exigido por la población de estas regiones”.

Muradov añadió que “teniendo en cuenta no sólo los ataques a Crimea, sino también el continuo bombardeo de la central nuclear de Zaporizhzhya, la presa del embalse de Kakhovka, las instalaciones pacíficas en el territorio de Rusia, la DNR y la LNR, existen todas las condiciones previas para calificar las acciones del régimen de Banderita como terroristas.”

La conclusión es inevitable: “la cuestión política de cambiar el formato de la operación militar especial” entra en la agenda. Después de todo, Washington y Bruselas “ya han preparado nuevas provocaciones anti-crimeanas de la alianza OTAN-Bandera”.

Así que cuando examinamos lo que implica la “restauración de las tierras taurinas”, vemos no sólo los contornos de Novorossiya, sino sobre todo que no habrá seguridad para Crimea -y por tanto para Rusia- en el Mar Negro sin que Odessa vuelva a ser rusa. Y eso, además, resolverá el dilema de Transnistria.

Añádase Kharkov, la capital y el principal centro industrial del Gran Donbass. Y, por supuesto, Dnipropetrovsk. Todos ellos son objetivos de la OEM, todo el combo para ser protegido posteriormente por zonas de amortiguación en las provincias de Chernihiv y Sumy.

Sólo entonces se declararían cumplidas las “tareas” -como las llama Shoigu- de la OEM. El plazo podría ser de ocho a diez meses, después de una pausa bajo el mando del general Winter.

A medida que la OEM se va acelerando, es un hecho que el Imperio del Caos, la Mentira y el Saqueo continuará apuntalando y armando el tinglado de Kiev hasta que llegue el Reino, y eso se aplicará especialmente después del Retorno de Odessa. Lo que no está claro es quién y qué pandilla quedará en Kiev haciéndose pasar por el partido gobernante y haciendo especialidades para Vogue mientras cumple debidamente la masa de diktats imperiales.

También es un hecho que el combo CIA/MI6 estará refinando sin parar los contornos de una guerra de guerrillas masiva contra Rusia en múltiples frentes, repletos de ataques terroristas y todo tipo de provocaciones.

Sin embargo, en el panorama general es la inevitable victoria militar rusa en Donbass y luego “todas las tierras de Tauro” lo que golpeará al Occidente colectivo como un asteroide letal. La humillación geopolítica será insoportable; por no hablar de la humillación geoeconómica para la Europa vasallada.

A medida que la integración euroasiática se convierta en un vector aún más fuerte, la diplomacia rusa irá consolidando la nueva normalidad. No hay que olvidar que Moscú no tuvo problemas para normalizar las relaciones, por ejemplo, con China, Irán, Qatar, Arabia Saudí, Pakistán e Israel. Todos estos actores, de diferentes maneras, contribuyeron directamente a la caída de la URSS. Ahora -con una excepción- todos están centrados en el amanecer del siglo euroasiático.

*Periodista y analista geopolítico