¿Por qué la ministra Irene Montero no quiere inmigrantes del este de Europa?
Pienso que la querida ministra cajera debería dejar de oponerse y estar a favor de una inmigración del este, tanto ucraniana como rusa, por un motivo que ellos demandan: la Matria. Rusos y ucranianos llaman ‘Madre’ a su patria. Son sociedades matriarcales. En las casas mandan las mujeres. Allí mandan las mujeres.
Quizás a la ministra nini, la de Ucrania le parezca una sociedad machista y sin perspectiva de género, pero los hombres, de 18 a 60 años, se han quedado para combatir, mientras que las mujeres y los niños viven confortablemente en otros países europeos.
Los ucranianos son cristianos y están huyendo de una guerra real. Nuestros países tienen una idiosincrasia que hay que defender. Yo, como muchos españoles, estoy cansado de ver cómo los colegios de Andalucía renuncian a un menú típico eliminando el cerdo porque molesta a determinados inmigrantes. La primera regla de la inmigración debería ser: ‘donde fueres haz lo que vieres’; es decir, adaptarte a la forma de vida del país que te acoge, que te recoge, del que estas viviendo y en el caso de muchos inmigrantes norteafricanos, del que están viviendo sin hacer absolutamente nada, de forma subvencionada.
Los inmigrantes ucranianos que llevan meses entre nosotros no han repudiado nuestras costumbres y se han adaptado plenamente. Tengo vecinos rusos y ucranianos y trabajar honrada y duramente es su forma de vida. Me acuerdo de un antiguo inquilino magrebí que, en plena Semana Santa, me preguntó con cierta sorna si iría a ver los muñequitos, refiriéndose a los tronos. Se le apagó la sonrisa sarcástica cuando le respondí con otra pregunta: cuándo iría él a la Meca a dar vueltas en torno a una piedra. Un ucraniano, sin ser católico, estoy seguro que no se reiría de ninguna de nuestras formas de expresión cultural y religiosa.
Quizás el color blanco esté en desuso, pero solo y exclusivamente para los políticos de izquierda. Creo que Europa solo será grande el día que tome conciencia de sí misma, de que compartimos religión, valores y forma de entender la vida, y que la mejor inmigración es la interior, la de esas personas civilizadas, respetuosas y que no vienen a imponer sus costumbres. Ese es el mejor tipo de inmigrantes, los que se adaptan al sitio donde pueden mejorar y a las costumbres del país que con cariño los acoge.












Quiere negros y africanos, porque sabe que la tienen más gorda…
(La cabeza, no sean ustedes mal pensados).