¿Y tú, Patricia Rueda, cuándo piensas dimitir?
AD.- Admitamos que la pregunta tiene trampa. Es más fácil que Sierra Leona ponga a un hombre en el espacio que Patricia Rueda dimita como diputada de Vox por Málaga. Y ello por dos motivos fundamentales: el primero, porque le falta la dignidad que a Macarena Olona le ha sobrado; el segundo, porque necesita seguir medrando a la sombra del lujo y del dinero fácil que le proporciona la política. Debemos sin embargo aceptar como admirable que Patricia Rueda haya sido capaz de maximizar tanto su insustancialidad. Ella se limita a calentar su escaño, con una sonrisa de oreja a oreja, impostada y falsa, cada vez que toma la palabra algún diputado de Vox. Admitamos también que Patricia Rueda ha sido una mujer con suerte. Hay pocas personas que valgan lo poco que vale ella y que haya progresado tanto sin apenas esfuerzo.
Todavía estamos esperando que el ex presidente provincial de Vox, José Enrique Lara, explique los criterios seguidos para nombrarla en 2019, si más consenso que el suyo propio, candidata a la Cámara Baja. ¿Cómo es posible que una mujer apenas vinculada a Málaga, con un raquítico expediente curricular, con escasas dotes oratorias, con una magra formación política y sin estar siquiera afiliada a Vox, fuese la elegida para encabezar la lista de un partido que contaba entonces con personas mucho más cualificadas?
El balance de Patricia Rueda en el Congreso cabría perfectamente en una servilleta. No se le recuerda una sola intervención, ni decir nada brillante, ni siquiera ocurrente, como esa diputada de pocas luces que decía echar de menos los piropos a pie de obra. Nada. Todo en Patricia Rueda es fatuidad y postureo, lo que no le ha impedido (ella sabrá cómo) llegar tan lejos. Pensaron seriamente en ella como candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía; pronto comprendieron que su cortedad oratoria y sus pocas luces serían un serio hándicap para medirse de igual a igual a sus oponentes. Luego la nombraron nada menos que portavoz nacional del partido, sin embargo sus dificultades para leer sin trastabillarse.
Pero si hemos querido dedicar este artículo a la accidentada carrera política de Patricia Rueda es porque todo este lío que tiene Vox lo comenzó ella cuando fue nombrada líder en la sombra del partido de Abascal en Málaga. Tras las primarias fallidas, en octubre del 2020, al lumbreras de Ortega Smith se le ocurrió que Patricia Rueda era la persona que podía poner orden y saturar las heridas de un partido roto. Como poner a un grafitero al frente del Museo del Prado. La incompetencia de Rueda se tradujo en una apuesta por los más incapaces y el envío de los mejores al ostracismo. Porque si hay algo que estas mezquinas tienen bien desarrollado es el instinto de la supervivencia; o lo que es lo mismo, rodearse siempre de personas que valgan menos que ella, que ya es decir. Por eso se rodeó de mujeres que, según ella, debían ser lo mejorcito de cada casa: la que escribe en redes sociales “me fuese gustado” y “estoy enrritada”; la que en una pancarta pone “aerolinia” por “aerolínea”; la que tiene pillada por los michelines dada su afición a las comidas, pero sobre todo a las comidas de la Fundación Franco…
Por encima el amor a España, Patricia Rueda ha profesado siempre un amor insobornable a sí misma. Su negligente labor puso en pie de guerra a decenas de militantes. La Plataforma Antigestora de Antonio Pulido aglutinó a la mayoría de ellos. Hace justamente un año obligaron a la diputada a salir de la sede provincial escoltada por la policía. Era el principio del fin de Vox.
Al final, la burla grotesca de Vox consiste en laminar a Macarena Olona y conservar a Patricia Rueda como uno de sus oropeles. Y no será porque no haya demostrado ser un desastre, una inútil política, una caradura que llama a remar en la misma dirección pero obviando el matiz de que unas cobrando más de 117.000 euros al año y otros viviendo de las ayudas sociales. Hace años se postulaba como feminista y ahora ha dado un giro brusco a su papel sobre el escenario de esta comedia bufa en que se ha convertido la democracia española. Entró en Vox de la mano de Lara como podía haber entrado en el PP o en Ciudadanos, sin hacerle asco. Ella es así. Ella traga con lo que haga falta mientras siga conservando la mamandurria. Esas son sus expectativas vitales de vida. Fuera de la política, siendo una inútil, hay muy poco futuro.














la gente sin oficio ni beneficio se agarra a vox como garrapata
de vox ya se han ido casi todos los que tienen pudor, criterio, formación y futuro fuera de la politica
lo que queda es la morralla
pero es que me fijo en mi ciudad y en los pueblos de alrededor y veo quienes son las caras visibles y las cabezas pensantes de este partido y solo hay gente “del montón”, por decirlo así y con todos los respetos a la “gente del montón”.
ADMINISTRADOR: Enésima vez que se lo decimos: ¿por qué no abandonas este foro y buscas otro más acorde con tus deposiciones mentales? ¿Tanto le cuesta desengancharse de AD? Ponga algo de dignidad y márchese.