¡Viva Franco, hijos de puta!
Reivindicar la historia y en primer lugar la verdad sobre Franco y su régimen, es una exigencia clave para regenerar la democracia y fortalecer España. La exaltación del régimen de Franco, sin embargo, ya se ha convertido en delito.
¿Se incluirá también como delito la celebración de referéndums ilegales, como prometió Pedro Sánchez en campaña? ¿Se incluirá como delito la apología del comunismo? ¿Sabrá el gobierno de España la obligación de retirar toda símbolo de espacios públicos que hagan apología del comunismo? ¿Por qué la derecha española nunca ha perseguido los símbolos comunistas con la determinación que la izquierda persigue los que nos son propios?
Sin la nueva sociedad creada por el franquismo tras derrotar a totalitarios y secesionistas, no habría sido posible ninguna democracia; es precisamente el antifranquismo quien la está destruyendo. Es preciso elaborar un discurso claro, no en defensa de Franco y su régimen, sino de la verdad sobre el mismo, destacando sobre todo las causas de su advenimiento, entre ellas la historia criminal del Frente Popular.
En la España de mi niñez las personas vivían con alegría, les ilusionaban las cosas que hoy son despreciadas, a las patologías se las llamaban por su nombre, había una frontera natural entre el bien y el mal, la fealdad y la belleza, lo falso y lo verdadero, lo grotesco y lo sublime… Todo lo que se percibía alrededor era un alto compromiso moral. Los niños éramos felices, a salvo de psicólogos infantiles y de la fétida influencia del adoctrinamiento ideológico que hoy sufren los futuros votantes. La seguridad en el ambiente se trasladaba a los hogares. Los españoles eran ya padres y madres a los veintipocos años. Eso obligaba a que el instinto de la responsabilidad tomase el control de sus vidas. Las familias estaban unidas, los viejos formaban parte del cálido paisaje de los hogares, la fatuidad y el postureo no tenían cabida en aquella España de gente tan aferrada a los fundamentos. Los programas televisivos eran didácticos y buscaban el sano entretenimiento. Se aprovechaba cualquier ocasión para estar juntos y disfrutar de una existencia entrañable y sencilla, al resguardo de gente tan infecta como la que cabildea en instituciones y tertulias. Qué paradójico que cuarenta años después de aquel oasis de salud moral y de prosperidad general, unos políticos sin alma pretendan que abjuremos de aquel periodo de nuestras vidas, en nombre de lo que ellos llaman la memoria histórica. Como el que reivindica los grilletes para hacernos libres. Quieren convencerme que el universo que impregnó de vida y de luz mi niñez, se construyó sobre corrompidos materiales morales.
En 1975 España no era una republica popular empobrecida y hambrienta, sino un auténtico milagro, y esto resulta esencial. En solo 25 años, nuestra nación experimentaría el mayor crecimiento económico y social en cuatro siglos. De un país básicamente subdesarrollado pasamos a tener el décimo PIB mundial, hoy el decimocuarto. De una renta per cápita en 1950 equivalente al 45% de la de los nueves países centrales de Europa que en 1975 constituían la Comunidad Económica Europea, al 83%, el mayor grado de convergencia con la Europa rica jamás alcanzado desde el siglo XVI, hoy en el 71%. De una industria que en 1950 representaba el 12% del PIB, al 36% en 1975, y hoy hundida al 15% con una estructura productiva tercermundista de enchufados públicos, especuladores y camareros.
Si ya es posible encarcelar a quien sostenga que en el franquismo se aprobaron las dos pagas extra o la ley de descanso dominical, ¿nos encarcelarán por decir que.la Seguridad Social no la creó Felipe González, sino Franco? ¿O que las cientos de miles de viviendas sociales para la clase obrera, a las que se les arrancan las chapas para ocultar su origen, no las hizo Zapatero y sí Francisco Franco? A qué castigo ejemplar nos someterán por decir que fue también obra de la España de Franco la creación de la sanidad pública universal y que todos los grandes hospitales públicos estaban construidos en 1975, y que Franco murió en uno de ellos. O la creación de la pensión de jubilación, y también de la de viudedad, así como el establecimiento de la edad obligatoria de jubilación y del salario mínimo interprofesional. O la creación de las escuelas de Formación Profesional y las Universidades Populares. O la construcción de todos los pantanos que existen hoy en España. O que el régimen de Franco nos convirtió en una potencia turística, para lo que se precisaban excelentes infraestructuras viarias, buenas comunicaciones aéreas, buenas carreteras, buenos hoteles y un clima general de seguridad.
Remato este artículo espetando alto y claro lo que brota alegremente de una conciencia libre y agradecida: ¡Viva Franco, hijos de puta!












Con dos cojones!! Aunque todo esto pasa desapercibido para una sociedad que no lee o lee poco. Una sociedad completamente adoctrinada, aborregada y sectaria que nunca reconocerá nada de eso.
Mejor no se puede decir
Por cierto, he visto, y oído, por la TV el debate de ” El Estado de la Nación ” en el que el PP a través de su portavoz “Cuca” Gamarra condenó -son sus palabras- al principio de su intervención el régimen de Franco ( que ella llamó franquismo),
¿ A qué se debe que se insistiera de nuevo en lo que ya en ocasiones anteriores el Pp se había posicionado ?
Aunque no llevaba el pin de la agenda 2030 como Pedro Sanchez…
Artículo para guardar y leer de vez en cuando… bravo.
Llegará pronto su venganza por la iniquidad cometida en el Valle. Gloria a Dios en el cielo y venganza en la tierra.
Tampoco es eso. Con todo durante la dictablanda se hacían cosas, pese al escaso presupuesto. Aquellos franquistas eran de lo mejor de la sociedad. Lo que vino después no estuvo a su altura. Ni PP ni VOX. Para ejemplo Pedro Sánchez. Apartado por su partido se lanzó a comprar el voto radical. Podemitas, batasunos, separatistas. Les prometió de todo. Y ahí sigue. Parece eterno.