¿Coalición contra VOX?
Aunque se trate de disimular, descontando la abstención, el verdadero vencedor de las votaciones del domingo, ha sido VOX, que ha ganado casi 137.000 votos; mientras la PSOE perdió 117.000; Ciudadanos, 151.000; los podemitas, 39.000 y el PP casi 55.000, pese a haber obtenido dos escaños más que en las anteriores. Todos han perdido votos menos VOX y los nuevos grupos subtaifales cuyo verdadero significado se sospecha pero aún se ignora, salvo en que también sería un voto muy crítico o desencantado con el sistema. Es decir, solo ha crecido el voto a las formaciones que se perciben diferentes, críticas o no del todo colaboracionistas. El Régimen así debiera verlo y, probablemente, así lo ve aunque no lo quiera confesar.
En relación con esto, se ha iniciado una campaña para tratar de aislar tajantemente al PP de VOX, presunta “extrema derecha” que iría a contaminar el idílico turnismo entre lúcidos y honrados demócratas que tantas etapas de prosperidad están ofreciendo al respetable. Según tales cantos de sirena, Casado debiera unirse en sacrosanta coalición borbónica con el doctor falsario. En ello están, por ejemplo, el bellotari extremeño y buena parte del rojerío mediático más o menos disimulado o desteñido. Lo que no deja de tener su gracia, cuando se tienen como pilares del Régimen y aliados de gobierno a nacionalistas vascos y golpistas catalanes.
La cosa parece extraña pero debiera verse tanto en el nivel teórico como en el de la realidad. Desde un punto de vista clásico de derechas e izquierdas, y aún más con la naturaleza de “las repugnantes zurdas españolas” como las calificaba don Antonio Machado, la cosa es un poco aberrante. Porque tal contubernio supone que no hay alternativa, y que se darían por buenas todas las fechorías del gobierno rojo de Su Majestad. No habría discurso alternativo dentro del Régimen. O sea, fuera del globalismo, la Agenda 2030 y el NOM no hay salvación. Nada que hacer. Lo que no sea eso no solo significa, sino que “es” “derecha extrema”, “fascismo”…
Pero precisamente por eso, la coalición es paradójicamente razonable entre grupos políticos abducidos y más bien títeres de la política globalista ajena. Con disfraces, matices, tiempos, algo diferentes, pero obedientes ambos a lo que exija el guión elaborado desde fuera y del que solo serían meros administradores o capataces más o menos eficaces. La coalición visualizaría la verdadera naturaleza del Régimen contraria a los legítimos intereses nacionales.
Si VOX representase, de verdad, un discurso propio nacional patriótico español, hecho en España y por españoles para servir a la nación –cosa que está por ver—, sería coherente esa coalición entre globalistas de vario pelaje contra patriotas.
Sin embargo, para mí lo de VOX no está claro y parecería que se basa más en los legítimos deseos de cambio profundo de los españoles honrados, capaces, en su desesperación, de agarrarse a un clavo ardiendo, que en la realidad de los hechos. Y puede convertirse, si no lo fuese ya, en una disidencia de falsa bandera para llevar al redil borbónico a los desencantados o preocupados por la deriva suicida de España tras casi medio siglo de Monarquía. Probablemente, en la campaña globalista de los mercenarios media españoles contra Vox haya más de exageración impostada que de temor real a echar por tierra el Monipodio establecido.
Si el calendario fenológico nos muestra el avance de la primavera, cuestiones tales como lo de la vacunación obligatoria y pasaportes sanitarios sirven para comprobar las coincidencias de una formación con el globalismo. En estos asuntos, los del PP han mostrado ser más fieros, recalcitrantes y ultras que los de la PSOE. Feijóo está dispuesto a cualquier cosa con tal de hacer méritos. Pero conviene tener en cuenta que VOX tampoco tiene una postura clara. O quizá sí, pues mantiene a un personaje como Steegmann, que quita toda credibilidad a su discurso de supuesta alternativa diferente de la mera alternancia.
Sea como sea, acierte o no la mano con la herida, parte consciente del electorado, la más preocupada por la suerte de la nación española, estaría buscando la manera de superar las ataduras del Régimen. Un tinglado insostenible que nos lleva a la ruina.
*Ingeniero agrónomo, escritor y analista político











